Qué esperar del nuevo segundo semestre
Las perspectivas para el segundo semestre dieron un vuelco en cuatro años. Lejos de las expectativas generadas en ese entonces por el Gobierno para la última mitad de 2016, en este 2019 el escenario muestra una economía que completará un segundo año consecutivo de caída del nivel de actividad y pocas alegrías más allá del campo. De cara a una campaña presidencial de resultado incierto, la apuesta del Gobierno es mantener el dólar sin sobresaltos hasta las elecciones y estimular el consumo con medidas como la postergación de aumentos de tarifas, las cuotas sin interés del renovado Ahora 12 y los créditos a beneficiarios de la Anses. Según analistas consultados por LA NACION, la estabilidad cambiaria y la baja de la inflación serán determinantes para ver un cambio de tendencia, aunque el impacto será acotado y no cambiará el estancamiento que muestran variables claves como empleo, inversión y la actividad.
El ciclo electoral, desde las PASO hasta una eventual segunda vuelta, es un factor clave que amenaza con generar volatilidad sobre el tipo de cambio y otras variables financieras, sumado a la incertidumbre global con respecto a la guerra comercial entre Estados Unidos y China o el movimiento de las monedas emergentes. "Va a ser un semestre potencialmente volátil. Pero por el cierre de listas, junio también aparecía como un mes inestable y terminó pasando lo contrario", apunta Gabriel Caamaño, de la consultora Ledesma.
Un mejor contexto externo -en el que entra en juego que la Reserva Federal resolvió mantener las tasas de interés- consolidó el impacto positivo de la renegociación del acuerdo con el FMI, que archivó la zona de libre flotación y habilitó al Banco Central a intervenir para evitar "movimientos disruptivos" del dólar. Tras tocar máximos de $46,42 el 20 de mayo, el valor minorista retrocedió y junio cerró en $43,70 (bajó 5,2% en el mes). "En un escenario optimista, si este menor nivel de incertidumbre se sostiene debería verse una desaceleración, de a poco, de la inflación, y que eso ayude a recuperar el ingreso real", apunta Caamaño. Los economistas proyectan que en diciembre el valor mayorista de la divisa llegaría a $51 (el cierre del viernes fue de $42,48).
La estabilidad cambiaria y el impacto de las paritarias sobre los salarios, que podrán revertir parte de lo perdido, darán más aire al consumo privado, que en el primer trimestre cayó un 10,1% interanual, según el Indec. El Gobierno apostó a iniciativas de corto plazo para dar aire al bolsillo en los meses previos a las elecciones. Entre las medidas están la extensión del programa Ahora 12, el subsidio a la compra de autos 0km, la postergación de aumentos de tarifas y los créditos de la Anses para jubilados y beneficiarios de la AUH. En dos meses se dieron 2,4 millones de créditos, por más de $55.000 millones.
Según Guillermo Oliveto, economista especialista en consumo, el dato acumulado anual cerrará con una caída de 2%, aunque el segundo semestre arrojará cifras positivas. "En el primer trimestre los rubros más castigados fueron los de bienes durables. No había salarios actualizados y el poder adquisitivo perdió casi 16 puntos entre la caída del ingreso real y la pérdida de empleo", afirma el economista. Según sus proyecciones, este segundo trimestre cerrará con una caída del consumo de 5% y luego habrá incrementos de 2% y 4%, en parte por efecto de que la comparación es contra los peores meses de 2018. "La clave es el retorno de la propensión a consumir; que la gente deje atrás el temor que genera un dólar con movimientos bruscos. Con perspectivas de estabilidad, el que tiene margen vuelve a gastar y eso mueve la rueda", añade el economista.
De todas maneras, las posibilidades de movimientos cambiarios no se descartan. "Tanto por el proceso electoral como por las dudas sobre el financiamiento en 2020, puede haber volatilidad. Además, si el tipo de cambio no se mueve con la inflación va a empezar a percibirse como atrasado", plantea Martín Kalos, de Epyca Consultores. "En un escenario pesimista puede haber nuevos episodios cambiarios que generen incertidumbre por el lado de la política y una tensión financiera como la de hace algunos meses. Y puede ocurrir que se aborte el proceso de incipiente recuperación", añade Caamaño.
En cuanto a la economía real, luego del piso de marzo, no se proyecta un rebote generalizado en el segundo semestre. Así, 2019 cerrará con una caída del PBI por segundo año, aunque habrá dinámicas heterogéneas y un efecto estadístico positivo al dejarse atrás, en la comparación interanual, los primeros meses de 2018 que aún mostraban crecimiento.
Tras la sequía de 2018, el campo ya mostró signos de recuperación. Según los últimos datos del Indec, el rubro agricultura creció 40,2% interanual en abril. Si bien el grueso de las exportaciones y el ingreso de dólares por la cosecha se concentran entre abril y junio, se espera que esta mejore continúe impactando positivamente en el segundo semestre, en áreas vinculadas como el comercio, el transporte y la logística, especialmente en localidades del interior.
"Este año tuvimos una cosecha récord y tuvo efecto directo en el PBI e indirecto en otros rubros, como la maquinaria agrícola", explica María Castiglioni, directora de C&T Asesores. "Hacia adelante habrá mejores intenciones de siembra, un impulso de la ganadería y de algunos sectores de economías regionales, por la apertura de nuevos mercados", agrega la economista. Según su perspectiva, podría haber mejores señales en el turismo interno, por un mayor ingreso de viajeros del exterior, y en la construcción privada, con una baja en el costo por efecto de la devaluación. Pese a una ligera caída en mayo, el índice Construya, que mide la actividad de las principales compañías, crece mes a mes tras su piso en diciembre. "Para que la mejora se sostenga, las empresas tienen que pensar que el dólar no se va a disparar. La condición no es que el dólar esté quieto, sino que haya estabilidad", puntualiza Castiglioni.
El escenario difiere en el resto de los sectores, golpeados por la caída del consumo, la suba de precios y las altas tasas de interés. La industria está entre los sectores más castigados, con una baja del 8,8% interanual en abril y un 61,6% de uso de la capacidad instalada, según el Indec. "Es un momento particularmente difícil para el sector, con una caída del 10,6% en lo que va del año y merma generalizada en todos los sectores", ilustra Diego Coatz, economista jefe de la Unión Industrial Argentina, quien plantea una recuperación "lenta y heterogénea" para el segundo semestre.
"De mantenerse la estabilidad cambiaria, seguramente estemos en un piso del nivel de actividad", plantea Coatz. En el sector, los rubros vinculados con lo agropecuario (fertilizantes, molienda, maquinaria agrícola) y la energía (petroquímica y maquinaria) presentan las mejores perspectivas; las áreas vinculadas al mercado interno continuarán en dificultades por la baja del consumo.
Aun con estabilidad cambiaria y una mejora relativa del consumo, no se espera para lo que resta del año un repunte de la inversión. Según el Indec se desplomó un 24,8% interanual en el primer trimestre, aunque luego desaceleró su caída: según la consultora Orlando Ferreres, en mayo la caída fue de 11% y acumula una contracción de 14,1% en cinco meses. "Para que aumente la inversión en serio hace falta previsibilidad en el mediano y largo plazo. Ante todo, que vuelva a crecer el consumo, que haya un sendero de baja gradual pero sostenida en el tiempo de la inflación y que se reduzcan las tasas de interés. Si esas condiciones se consolidan en el segundo semestre, es posible que veamos un repunte de la inversión a partir de 2020", pronostica Coatz.
La situación social
En este escenario, las posibilidades para 2019 quedan acotadas a la recomposición de capital de trabajo o a mejoras en sectores puntuales vinculados con la energía, la minería o el cambio. "Es difícil pensar en inversión más allá de casos particulares que son muy rentables aún en esta coyuntura. Le cuesta mucho más despegar que al consumo y necesita un horizonte de mediano plazo. De todas formas, en algún momento va a empezar a dar cifras positivas porque vamos a comparar con meses que fueron muy malos tras la corrida de 2018", dice Caamaño.
Las proyecciones de los economistas no prevén una recuperación del mercado laboral, que se precarizó por la recesión. "El impacto del rebote va a ser bastante imperceptible, porque la recuperación del consumo es muy corta aún en tiempo e intensidad. Vamos a tener un escenario similar al del primer semestre. Sí es esperable que se empiece a suavizar la caída del empleo privado registrado, que se contrajo hasta los primeros meses del año", sostiene Daniel Schteingart, doctor en sociología e investigador del Conicet.
Según datos del Ministerio de Trabajo correspondientes a abril, en 12 meses se perdieron 203.900 puestos de trabajo registrados (1,7% del total), mientras que el desempleo subió a 10,1% en el primer trimestre. Solo en la industria, la pérdida fue de 69.000 empleos en 12 meses. "El problema de empleo no fue mayor porque la variable de ajuste fue la caída del salario real", añade Castiglioni. A su vez, hubo un incremento del trabajo no registrado o informal, que de acuerdo con estimaciones de la UCA llegó al 49,3% de la población activa. "El empleo informal y el cuentapropismo tienden a ser contracíclicos, porque con menos actividad y suba de la inflación, las familias salen a buscar alguna alternativa para sumar ingresos. Cuando la situación empieza a mejorar, tiende a retroceder, pero no habrá grandes movimientos en el corto plazo", afirma Schteingart.
El escenario es similar en cuanto a los principales indicadores socioeconómicos. Con precarización laboral y caída del poder adquisitivo -entre abril de 2018 y abril de 2019 los salarios subieron 19,1 puntos porcentuales menos que la inflación, según el índice del Indec que abarca tanto al sector formal como al informal-, hubo un aumento de la pobreza y la indigencia hasta llegar, respectivamente, a 32% y 6,7% en el segundo semestre de 2018, cifras máximas en la gestión de Mauricio Macri. Por efecto de la inflación, de 57,3% interanual en mayo, la situación empeoró en el primer trimestre y habría llegado al 35%, según estimaciones de Schteingart y el econometrista Martín González Rozada (UTDT).
"El hecho de que el mercado de trabajo siga estancado hace que no haya una recuperación real de los salarios, especialmente en el sector informal. Sí visualizo una baja moderada de la inflación, que permitirá estabilizar la situación de pobreza generada en el último año, pero no se va a revertir", afirma Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, quien advierte sobre el incremento de la desigualdad y sobre las limitaciones de la política de transferencias de ingresos oficial (AUH, subsidios, programas sociales) para mitigar el impacto de la crisis. "La cobertura se amplió y alcanzan de forma más completa el universo de población que requiere asistencia social, pero eso no es desarrollo. Así se cristalizan las desigualdades sociales y no alcanza para resolver los problemas estructurales de la economía", concluye.
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