¿Qué lo cambiará todo? Los teclados Qwerty, las guerras y la economía senior
Con un crecimiento anual en lo que va de la década de entre el 7% y el 10%, las ventas de pañales para adultos sobrepasaron en 2019 a las de pañales para chicos en Japón, donde un tercio de la población supera los 60 años. Es la primera vez que se da este fenómeno y la noticia fue reportada en la mayor parte de los medios como una pastilla breve y curiosa. Para algunos analistas, sin embargo, se trata de un síntoma de una tendencia mayor (en todo sentido), que en un futuro cercano tendrá la posibilidad de "cambiarlo todo", con una onda disruptiva tan o más grande que la que en su momento tuvo la Segunda Guerra Mundial en términos de reseteo de la sociedad global.
"Una paradoja del estudio de la historia es que a menudo sabemos cómo ciertas tramas terminan, pero es mucho más difícil saber cómo y dónde empezaron", cuenta el especialista en finanzas del comportamiento, inversor y divulgador Morgan Housel. Un ejemplo concreto: ¿Qué causó la última crisis financiera de Estados Unidos? El mercado de hipotecas. ¿Por qué explotó? Hay que tener en cuenta la baja de 30 años en las tasas de interés, para lo cual hay que entender la inflación de la década del 70, a su vez influida por el gasto que se produjo por la Guerra de Vietnam, que se explica por el temor al comunismo de la Guerra Fría, que tiene sus raíces en el resultado de la Segunda Guerra.
El método de hacer sucesivas preguntas hacia atrás, hasta llegar a una "causa raíz", fue el utilizado por el escritor y científico Jared Diamond en su libro Armas, Gérmenes y Acero, ganador del Pulitzer en 1998, donde empieza preguntándose por qué unos pocos españoles derrotaron a millones de incas durante la conquista. La respuesta es porque tenían armas, gérmenes y acero; pero Diamond no se contenta con ese razonamiento y se pregunta nuevamente "por qué", y llega hasta el año 11.000 antes de Cristo, donde todos los habitantes del planeta estaban en igualdad de condiciones, pero en Europa y Asia, por motivos geográficos, se hizo más fácil domesticar animales y cultivos para tener excedentes de alimentos, mantener estados y ejércitos. La superficie muy extendida en un rango acotado de latitud hizo el milagro, según Diamond.
Muchas de estas causas originales o madres definen un camino, que en economía se estudia como "dependencia del sendero". En la década del 90, a un economista especializado en el estudio de la tecnología se le ocurrió preguntarse por qué el Shuttle, el transbordador de la NASA, tenía la capacidad que tenía. Resultó que los ingenieros de la NASA debieron atenerse a una restricción: que los cohetes de combustible sólido que propulsaban la nave pudieran entrar en los túneles de los ferrocarriles que los transportaban. La trocha de los trenes en Estados Unidos mide un metro y cuarenta y un centímetros. ¿Por qué esta medida arbitraria? Los ingleses habían copiado la trocha de su propio país, construida en su momento sobre la base del ancho de los tranvías a caballo. Este tamaño, a su vez, se originó en los viejos caminos de carruajes, que copiaron en su momento el ancho de las vías romanas, que respetaban el espacio de dos caballos percherones. Es decir: la capacidad del Shuttle de la NASA dependió directamente de los caminos hechos para los percherones en la Antigua Roma.
La dependencia del sendero establece que una vez que la causa original genera externalidad de red es muy difícil volver atrás. En este sentido, el caso más simbólico es el del teclado Qwerty: esas son las teclas que están en la fila superior, a la izquierda, en la disposición tradicional. Expertos en ergonomía, neurólogos y lingüistas han demostrado que el teclado Qwerty es altamente ineficiente. La disposición ideal, de hecho, varía según el idioma (y según el cerebro de cada persona). Pero el teclado está tan difundido en dispositivos de todo tipo que es imposible volver atrás. Su razón de ser: el ingeniero Christopher Sholes, que obtuvo la primera patente para este aparato en 1868, buscó hacer más lento el proceso a propósito (separando a las letras más usadas) para que no se empastaran las varas metálicas. El caso es tan increíble que los economistas que estudian el tema de dependencia del sendero rebautizaron al campo académico como "Qwertynomics".
Para Housel, un equivalente a la trocha para caballos romana o al teclado Qwerty –con una potencia mucho mayor– fue la Segunda Guerra Mundial. "Es difícil estimar el impacto que tuvo este evento ocurrido entre 1939 y 1945 en todo lo que pasó después", sostiene. La penicilina le debe su existencia a la Gran Guerra, al igual que los radares, los jets, la energía nuclear y los helicópteros. Grandes obras de infraestructura, nuevas políticas económicas y hasta Internet surgieron bajo el paraguas de la Guerra Fría que derivó de la anterior. El movimiento de los Derechos Civiles tuvo su caldo de cultivo en la integración racial del campo de batalla, al igual que el aumento masivo de mujeres en el mercado laboral (para suplir en su momento a menos trabajadores varones). La preferencia europea por estados grandes y benefactores tiene su raíz en el trauma de mediados del siglo XX.
Un nuevo reseteo
Con esta base, Housel se pregunta qué tendencias de las que están sucediendo hoy tienen una capacidad de reseteo tan grande como la que tuvo en su momento la Segunda Guerra. Podría ser el acceso masivo a la información, la desigualdad, pero Housel se queda, en primer término, con el cambio demográfico: la disminución secular de los nacimientos y el envejecimiento de la población. En 2019, por primera vez en la historia de la Humanidad hay más personas de 60 años que de menos de cinco años. La pirámide demográfica se está volviendo un "rectángulo", como remarca el médico y divulgador Atul Gawande en su libro Ser Mortal, que trata con lo mal que está lidiando la sociedad con el fenómeno del envejecimiento a todo nivel.
La reconfiguración demográfica tiene el desafío de los problemas "lentos y rápidos a la vez" (un concepto del tecnólogo Marcelo Rinesi): para los pocos economistas que estudian este tema es un territorio a veces aburrido, que equivale a "ver crecer el pasto" por la lentitud de los cambios.
"Este ritmo lento hace justamente que el problema quede fuera del radar y sea subestimado", cuenta a LA NACION Housel. "Es un desafío que se va a desplegar en las próximas décadas, con modificaciones pequeñas cada día que en el agregado configuran un mundo completamente distinto. Tengamos en cuenta que el rango de atención de una persona se mide en días u horas, con lo cual estos fenómenos quedan completamente fuera de registro", añade.
Se estima que, para 2050, más de 50 países (entre ellos la Argentina, Estados Unidos y China) tendrán una estructura demográfica similar a la que hoy tiene Japón, el lugar con más adultos del planeta, que será superado por España en 2030. Los gobiernos, las empresas y las personas a nivel individual no están ni por asomo preparadas para los desafíos económicos, sociales y filosóficos que tienen que ver con el envejecimiento masificado. Ni tampoco el sistema médico: Gawande cuenta cómo las organizaciones educativas médicas siguen produciendo masivamente pediatras y muy pocos (cada vez menos, de hecho) gerontólogos.
El mercado de consumo masivo puede reaccionar más rápido (como con los pañales en Japón) pero en otras esferas hay que empezar a torcer el rumbo de la conversación, las regulaciones y las políticas públicas desde mucho antes.
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