Qué tener en cuenta a la hora de hacer el testamento
Mucha gente sostiene que la herencia es un simple error de cálculo. Puede ser. Lo cierto es que como muchas personas mueren dejando activos (y/o pasivos), siempre es bueno planificar qué va a pasar con esos bienes. El hecho es que no hay contra alguna en hacer un testamento. Habrá, a lo sumo, cuestiones que no se podrán resolver. Pero es mejor morir con testamento que sin él.
La única situación en la que es mejor no tener testamento es cuando se cuenta con una herramienta de planificación más abarcativa (por ejemplo, un trust). Pero comencemos por el principio.
¿Cuáles son las razones para planificar? Los objetivos que generalmente persiguen las personas al estructurar sus patrimonios son:
- Asegurar que los bienes sean administrados de modo de cumplir con los deseos y objetivos de sus propietarios, tanto en vida de ellos como luego de su muerte.
- Proteger, tanto como se pueda, la privacidad de los propietarios de los bienes en cuestión (sobre todo si viven en países inseguros).
- Bajar el monto de impuestos al patrimonio o diferirlos todo lo posible.
- Preservar los activos frente a eventuales reclamos de terceros (acreedores, herederos disgustados con el monto o con los bienes obtenido, etcétera).
- Evitar la inseguridad jurídica propia del país en el cual los dueños de los bienes residen (confiscaciones forzosas, filtración de información confidencial, inflación, devaluaciones, etcétera).
Si bien no todos los riesgos pueden eliminarse, una adecuada planificación permite reducir el impacto de varios de ellos.
Cuando se acerca al estudio tributario una familia a la que le preocupa que no haya demoras en la transmisión de los bienes a sus herederos y que no queden bienes sin repartir, un testamento suele ser la solución más rápida y barata. Si bien es una herramienta de planificación patrimonial más sencilla, existen cuestiones a analizar antes de su redacción. Entre ellas, las siguientes:
- El testamento se rige por la ley del domicilio del causante, con lo cual y, en principio, no es una herramienta recomendable para quien tenga pensado mudarse o para personas respecto de las cuales no es claro dónde tienen su domicilio.
- El testamento es el documento más formal que existe desde el punto de vista jurídico, básicamente porque cuando hay que interpretarlo, quien lo escribió no está disponible.
- En caso de existir activos en países ajenos al de la residencia del causante, hay que estudiar si un testamento es suficiente o si, por el contrario, es mejor redactar múltiples testamentos, sujetos a las leyes de las diferentes jurisdicciones.
- El testamento no resuelve otros objetivos de planificación distintos del estrictamente sucesorio, con lo cual debemos dejarlo de lado si alguien quiere, además de repartir sus bienes de una manera determinada, reducir la carga impositiva, diferir las distribuciones en el tiempo, proteger sus activos frente a embates de terceros, etcétera.
Una vez que se ha decidido que la herramienta de planificación patrimonial adecuada para el caso puntual es un testamento, se les debe prestar atención a los recaudos de fondo, que tienen que ver con la capacidad para testar y las formalidades a cumplir para que el tipo de testamento que se eligió sea válido.
Es importante familiarizarse con las restricciones que pueden existir en la ley.
Hay un tema puntual para tener en cuenta y es el de los testigos. Si bien se suelen buscar testigos de la edad de quien va a elaborar el testamento y/o testigos que sean personas integrantes de la familia, lo mejor es evitar ambas cosas. La primera, porque siempre es bueno que los testigos sobrevivan al testador. La segunda, para evitar conflictos de intereses.
Si bien los requisitos mencionados varían de país en país y también de tipo de testamento en tipo de testamento, por lo general una persona no podrá testar válidamente si es menor de edad, si es
mismo momento previo al fallecimiento.
Y lo mejor de todo es que todo eso se logra sin perder control.
De allí, nuestra opinión es que no hay herramientas mejores y peores en sentido abstracto y que para determinar cuál es la mejor posible debemos conocer los objetivos y necesidades de cada cliente. Lo verdaderamente relevante aquí son estos objetivos y no la composición del patrimonio o la del grupo familiar del cliente.
El autor es abogado, fundador y CEO de Untitled
Martín Litwak
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