Radiografía del monotributo: más de un tercio está en la categoría más baja y sólo 0,2%, en las tres más altas
El dato es parte de la descripción de cómo quedó el sistema simplificado una vez cerrado el período de recategorizaciones; por estos días, la AFIP cruza datos y, si encuentra inconsistencias, cambiará de oficio la ubicación en la escala del contribuyente
Más de un tercio de los monotributistas está en la categoría más baja, la A, que permite facturar hasta $ 84.000 por año y por la que se paga un monto de $ 68 mensuales por el componente impositivo (más los aportes a la jubilación y a la obra social, en caso de corresponder).
En el otro extremo, solamente el 0,2% de los contribuyentes adheridos al régimen simplificado están en las categorías I, J y K, las habilitadas para quienes tienen ingresos de hasta $ 822.500, $ 945.000 y $ 1.050.000 en cada caso. Se trata de tres categorías que sólo están habilitadas para quienes tienen una actividad comercial (no para proveedores de servicios) y, además, son empleadores.
Esa es parte de la descripción de cómo quedó el mapa del monotributo después de haberse cerrado, el jueves de la semana pasada, el período de recategorización. Según datos del organismo, ahora hay 962.000 monotributistas en la categoría A (34,5% del total); 365.000 están en el nivel B (13,1%) y otros 333.000 en la letra C (12%).
Los anotados en la letra D representan el 16,6% (son 463.000) y los de la letra E, otro 9% (252.000 contribuyentes). En las categorías F, G y H hay, en tanto, 400.000 anotados (14,6% del total). Esas tres categorías son las más altas en las que pueden estar quienes realizan actividades de servicios (como máximo, pueden facturar hasta $ 700.000). Así, sólo 6000 están categorizados en las letras I, J y K, mencionadas anteriormente.
De esta manera, son 2.781.000 los monotributistas que tienen una categoría. Completan el mapa de este sistema otros 108.000 contribuyentes "promovidos" (facturan en forma eventual) y 581.000 personas adheridas al monotributo social, el instrumento con el que se intenta formalizar la actividad de pequeños cuentapropistas de poblaciones vulnerables.
En el período en que estuvo habilitado el trámite de recategorización anual, entre el 1° de septiembre y el día 5 de este mes, 572.000 monotributistas cambiaron su posición dentro de la escala del impuesto; de ellos, el 85% se mudó a una categoría más alta y el 15%, a una más baja.
Según afirmó Sergio Rufail, subdirector general del Servicios al Contribuyente, el número de quienes se recategorizaron fue un 130% superior a la cantidad de contribuyentes que habitualmente hacían, al menos hasta ahora, ese trámite. Todos los años, en los meses de enero, mayo y septiembre, es obligatorio cambiar de categoría si es que varió la facturación de los 12 meses previos, o bien si se modificaron los otros parámetros que marcan las condiciones para estar en una categoría u otra (superficie afectada a la actividad, alquileres devengados y energía consumida).
Desde ahora, la AFIP está habilitada a hacer una recategorización de oficio cuando detecte inconsistencias en la situación del contribuyente. Por estos días, según confirmaron en la AFIP, se están haciendo cruces de datos, y durante noviembre se publicará un listado de quienes serían los recategorizados. Estas personas, que recibirán una notificación, tendrán la posibilidad de hacer un descargo si es que pueden justificar los gastos o movimientos bancarios por los que la AFIP los puso en la mira.
Los datos que se observarán en los controles serán los números de la facturación (si es que los comprobantes se emiten en forma electrónica), los gastos realizados con tarjetas y las acreditaciones bancarias. Si los números no son consistentes pero el contribuyente aún queda dentro de los límites para estar en el monotributo (en caso contrario, iría a la exclusión), entonces la AFIP dispondrá la ubicación en otra categoría.
¿A qué categoría pasará? Según lo dispuesto, se considerará el monto de las acreditaciones bancarias o de las compras hechas con tarjetas, más un 20 o un 30% según se trate de actividades de prestación de servicios o de venta de cosas muebles, respectivamente. Así, por ejemplo, si un prestador de servicios se quedó en la categoría D, que permite facturar hasta $ 252.000 por año, y se le detectan gastos por $ 300.000, entonces se lo pasaría a la categoría F, que es la que corresponde a quienes tienen ingresos anuales por $ 360.000, que es el equivalente a los $ 300.000 más el 20% (el tope de la F es de $ 420.000).
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