¡Renuncio! No me gusta el ascensor
El joven programador de 22 años no lo dudó. No le gustaba la fachada del edificio en el que trabajaba ni el ascensor que lo transportaba. Renunció. ¿Qué alternativas tienen las empresas para satisfacer estas nuevas demandas?
Hace unas semanas, un joven candidato de 22 años, programador, luego de pasar por varias instancias y reuniones decidió no ingresar a la empresa porque no le gustaba el estilo del edificio donde se encontraba la empresa y tampoco le agradaban sus ascensores. No hubo forma de convencerlo de que el resto del paquete era sumamente atractivo.
Poco tiempo atrás, otro techie más senior decidió renunciar un par de meses luego de haber ingresado a una determinada compañía de tecnología porque, si bien estaba muy conforme con la oferta económica y el tipo de empresa para la que trabajaba, consideraba que su lugar de trabajo no era lo suficientemente cómodo: la PC que le habían dado no tenía dos monitores y la silla no era tan ergonómica como parecía.
Lo cierto es que, en el mundo de la tecnología, la Generación Y ve cumplido su sueño –y el de cualquiera– de poder elegir casi hasta el mínimo detalle del lugar donde desea trabajar. La ley de empleo contempla un período de prueba de tres meses para darle tiempo a la empresa de ver si el candidato es adecuado. La ley de oferta y demanda de los puestos de alta tecnología le dan un período de prueba al empleado para ver si la empresa cumple con sus mayores expectativas.
Nada podemos hacer para revertir esta tendencia, ya que cada vez hay menos candidatos para este tipo de ofertas laborales. Las nuevas tecnologías son tiranas y requieren de conocimientos cada vez más específicos, con lo que aquellos que las tienen, encuentran en sus manos algo así como la varita mágica de Harry Potter.
Quizá sea necesario una reunión de consorcio para cambiar la fachada de nuestro edificio. O una gran convención para ponernos de acuerdo en qué tipo de asiento podemos ofrecer a nuestro candidato.
Otra alternativa sería buscar candidatos con otras carreras no tan demandadas y entrenarlos para reconvertirlos en aquella tecnología que nosotros necesitemos. Pero cuidado. Si tiene menos de 30 años, con esa estrategia nos aseguramos de retenerlo durante un año o dos. Después de eso ya tendrán el poder para elegir nuevamente la arquitectura del edifico que ellos prefieran.
La autora es directora de Agustina Paz & Asociados
Agustina Paz