Richard Thaler, un Nobel al estudio de la irracionalidad humana
Es el 29º economista de la Universidad de Chicago en ser galardonado por la Academia Sueca, pero sus investigaciones quiebran con el historial de la universidad, un templo del libre mercado.
WASHINGTON.- Cuando Richard Thaler se sumó a la Universidad de Chicago, en 1995, un periodista le preguntó a Merton Miller, un ícono de esa casa de estudios, quien había recibido el Premio Nobel de economía cinco años antes, por qué no habían bloqueado su ingreso: Thaler estaba en sus antípodas. “Porque cada generación tiene que cometer sus propios errores”, respondió Miller.
Desde hoy, Thaler comparte el Nobel con Miller y otros economistas de Chicago, al ser reconocido por la Academia de Ciencias de Suecia “por sus contribuciones a la economía del comportamiento”, un campo nuevo, que crea un puente con la psicología y quiebra con el historial de la universidad, un templo del libre mercado.
Thaler, quien por décadas se movió contra la corriente de la economía –y de Chicago–, es uno de sus padres fundadores. “Ha hecho a la economía más humana”, dijo el comité que le otorgó el Nobel.
“Siempre digo que no creo que he cambiado la mente de nadie en 40 años. Uno no cambia la opinión de nadie”, dijo Thaler en un conferencia de prensa, ante una preguntaron qué pensaba de que sus ideas, ahora, fueran aceptadas dentro de la corriente principal del pensamiento económico. “Yo he utilizado la estrategia de corromper a los jóvenes, que no tienen opinión formada”, cerró.
Thaler desarrolló de la nada una literatura sobre la irracionalidad humana. Inventó un vocabulario nuevo con sus teorías, como “paternalismo libertario”, “contabilidad mental” o “empujón”. Ha sido un crítico del funcionamiento de los mercados. Miller, quien enseñó en Chicago por alrededor de 40 años, fue un férreo defensor, como Milton Friedman, padre de los “Chicago boys”, cuyas ideas trasvasaron las fronteras de Estados Unidos. Otro galardonado, más reciente, que pasó su vida académica defendiendo la “eficiencia de los mercados”: Eugene Fama, con quien Thaler suele jugar al golf.
El libro más famoso de Thaler, Nudge, que escribió junto a Cass R. Sunstein, un abogado que enseña en Harvard, explora cómo pueden diseñarse políticas públicas o regulaciones como si fueran “empujones” para corregir errores humanos. El libro está plagado de escenas comunes y problemas mundanos que explican “sesgos” irracionales de comportamiento visibles en cualquier persona.
El reconocimiento a Thaler marca una línea en el Nobel de economía. Thaler es el tercer galardonado en los últimos años que pertenece a la economía del comportamiento. En 2013, Richard Shiller compartió el premio con Fama. Daniel Kahneman, psicólogo israelí, otro pionero en la disciplina, lo recibió en 2002.
“Los descubrimientos de Richard Thaler han allanado el camino para un nuevo campo en economía, que llamamos economía del comportamiento”, afirmó Per Strömberg, presidente del comité de ciencias económicas del Nobel. Strömberg también enseña en Chicago. “Gracias a sus contribuciones y descubrimientos, este nuevo campo ha pasado de ser una especie de periferia, algo polémico, a ser un área principal de la investigación económica contemporánea”, agregó.
A sus 72 años, Thaler tiene fama de bromista, y un cierto aura de rock star en el mundo de la economía.
“A diferencia de Bob Dylan, planeo ir a Estocolmo”, bromeó.
En 2015, apareció en una escena de la película The Big Short junto a la cantante Selena Gómez para explicar la crisis financiera de 2008, que elevó fama y envergadura a los economistas que, como él, llevaban ya tiempo advirtiendo sobre la “irracionalidad” de los mercados.
“Este premio compensa la decepción de hace dos años con los Oscars”, soltó Thaler en la conferencia. The Big Short estaba nominada para una estatuilla, pero perdió.
Ávido tuitero, descontracturado, renuente a ponerse corbata, Thaler fue definido como “el Charles Dickens de la economía” por su coautor, y uno de sus colegas que mejor lo conoce, Sunstein.
“Es un observador intensamente cercano del comportamiento humano, y nada lo deleita más que las debilidades de la gente”, escribió Sunstein en una columna para Bloomberg.
“¿Quién más desarrollaría una teoría del comportamiento humano observando cómo, en una cena, economistas supuestamente racionales devoran castañas de cajú antes de la cena, y están inmensamente agradecidos cuando el anfitrión se lleva el bol medio vacío?”, relató. Esa cena terminó en un capítulo de Nudge sobre las implicancias de la tentación en decisiones diarias.