Si la noticia es buena, ¿por qué no repetirla?
De repente, las penas empresariales parecen haberse disipado. El reclamo por la seguridad jurídica, el control de la inflación o por los precios libres fue reemplazado la semana pasada por un aluvión de inversiones. Ledesma, Telefónica, Volkswagen e YPF sorprendieron, todos en sólo 48 horas, con anuncios de desembolsos y planes para el futuro.
Las coincidencias son, en el ámbito empresarial, bastante menos frecuentes que la libre asociación intelectual. Y en la Unión Industrial Argentina (UIA) pensaron mal. "Alguien levantó el teléfono, no hay dudas –dijo un miembro de la junta directiva–. El Gobierno quiere mejorar el clima de negocios."
La inversión es uno de los bienes escasos de la Argentina. Y a Néstor y a Cristina Kirchner les gusta cuidar la imagen. El maquillaje del Indec, la firma de acuerdos de precios que nunca se cumplieron, la fantasmagórica tarjeta del colectivo, el tren bala, la gran refinería Gral. Mosconi II, las 600 estaciones de servicio Enarsa-Pdvsa y los 20.000 millones de dólares de inversiones chinas son ejemplos de un celo recurrente por lograr un "relato" mediático favorable.
De ahí las suspicacias empresariales, que coincidieron con la infrecuente convocatoria presidencial a 60 hombres de negocios a Olivos el martes pasado.
En realidad, si se juzgan sólo los anuncios, hay que decir que Ledesma dio el lunes a conocer parte de su inversión de 222 millones de dólares para biocombustibles con un año de retraso. El plan 2008-2011 había empezado, como su nombre lo indica, en 2008, y fue expuesto el 22 de enero pasado, casi con los mismos protagonistas, en Jujuy.
El de Telefónica es un caso análogo. Sus 2100 millones de pesos para el desarrollo de banda ancha fija y móvil forman parte de un plan de 6000 millones anunciado en 2007 para el lapso 2008-2010 por el mismo ejecutivo que lo presentó el lunes en el Palacio Duhau: Eduardo Caride.
¿Qué motivación, por otra parte, tuvo el mismo día Volkswagen para lanzar la pick-up Amarok, con una inversión de 1700 millones de pesos, dos años después de haber revelado la idea, por primera vez, el 16 de octubre de 2007? Víktor Klima, presidente de la filial, fue el martes uno de los siete elegidos que se sentó a la mesa con Néstor Kirchner.
Ese día, la Presidenta elogió públicamente a Sebastián Eskenazi, CEO de YPF, que venía de contradecir horas antes al enviado de Barack Obama, Arturo Valenzuela, con una sentencia que lo convierte en el empresario más optimista del momento: "Nos sentimos en un marco de seguridad jurídica", dijo, y anunció US$ 500 millones para exploración.
Ser cauto con los temas conflictivos siempre es saludable. Con algunas excepciones. El 20 de octubre de 2008, Juan Carlos Lascurain, entonces presidente de la UIA, fue al acto de la estatización del sistema previsional, medida criticada días después por la propia entidad. El 11 de diciembre de 2007, directivos de primera línea del grupo Techint y otros 500 empresarios aplaudieron calurosamente cuando el presidente venezolano, Hugo Chávez, citaba a Fidel Castro en el hotel Sheraton. Un año después, el bolivariano estatizó Sidor.
Los petroleros tienen otro ejemplo más o menos reciente. El 15 de noviembre de 2007, el Gobierno anunció la conflictiva resolución 394, que colocó un precio máximo para el barril en el mercado interno y subió las retenciones a los niveles actuales. Juan José Aranguren, presidente de Shell, renunció días después al Instituto Argentino del Petróleo y del Gas por una discusión con sus pares, que no quisieron incluir en el discurso del almuerzo de fin de año quejas sobre la medida.
Hoy, con el alza del barril, los productores advierten en voz baja que su sector expira como consecuencia de las retenciones. Los refinadores como Shell, en cambio, pudieron subir los precios al surtidor hasta 35% desde entonces y pagan por la materia prima hasta un 11% menos gracias a la resolución maldita. El destino kirchnerista tiene esas ironías.
folivera@lanacion.com.ar
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