Sin excusas: el Gobierno tiene ahora el programa del FMI que siempre quiso
WASHINGTON.- La insistencia de Nicolás Dujovne y Guido Sandleris dio frutos: tras meses de discusiones, el Fondo Monetario Internacional (FMI) cedió, el Banco Central recuperó poder de fuego y el Gobierno consiguió el programa con el Fondo que siempre quiso. Tras el último retoque –que nadie se atreve a tildar de definitivo–, aparecen ahora dos dudas: quién ganará la pulseada por el dólar entre el mercado y el oficialismo, y cómo se moverá la inflación.
Una delegación de funcionarios y legisladores del oficialismo, entre ellos, Miguel Braun, Federico Pinedo y Luciano Laspina, a quienes también se sumó Marco Lavagna –única figura de la oposición que viajó, y un referente de lo que aquí llaman "continuidad con cambio"–, recogió ambas inquietudes en algunas conversaciones que mantuvieron en Washington y Nueva York durante esta semana con funcionarios del gobierno de Donald Trump, analistas e inversores.
Nadie espera aquí que el último cambio al plan económico –forzado por la volatilidad y la incertidumbre política– destierre los sube y baja del dólar. Pero sí, al menos, que la mitigue. Un informe del banco de inversión JP Morgan, de Diego Pereira, lo puso así: "El riesgo político sigue siendo demasiado importante para la dinámica del mercado"; sin embargo, las eventuales intervenciones del Banco Central "podrían ayudar a prevenir el exceso de volatilidad", además de limitar las presiones inflacionarias.
El Banco Central tiene más reservas que las que tenía antes de la corrida cambiaria de 2018, contando préstamos, swaps y encajes. Ahora podrá usarlas. Los reparos a un eventual regreso a Cristina Kirchner aceleraron el último retoque al plan. Pero, así y todo, prevalece una sensación de fragilidad: es palpable el temor a que, por ejemplo, otra encuesta muy favorable a Cristina haga inútil cualquier intervención oficial en el mercado.
Esa pulseada marcará la evolución de la crisis. Daniel Artana, economista jefe de FIEL, planteó un escenario binario en Nueva York en una presentación en el Consejo de las Américas. Artana dijo que el Banco Central tiene suficiente poder de fuego, pero aclaró: "El problema al final es si la gente cree que serán capaces de controlar el tipo de cambio, aunque se deprecie modestamente mes a mes. Si lo creen, habrá un efecto positivo en la inflación. La inflación bajará. No a cero, pero bajará. Si no lo creen, la recesión se agravará", afirmó.
El otro tema es, justamente, la inflación. El dato de abril ya está cerrado. Pero el número final puede marcar diferencias. Un legislador reconoció un impacto diferente "si empieza con 4 o con 3". El dato que el mercado espera con mayor ansiedad, sin embargo, es el de la inflación de mayo, que se conocerá a mediados de junio, antes de que cierren las listas. Mayo será el primer período completo en el cual el Gobierno tendrá a su disposición todas las herramientas de política económica.
No parece haber margen para muchas maniobras más. La posibilidad de una recompra de bonos está atada a que aparezca "plata fresca". El Gobierno puede recurrir a los bolsillos actuales para rescatar bonos, pero se enfrenta al dilema de la frazada corta: para comprar bonos, tiene que sacar fondos de otro lado que ya están abocados a pagar la deuda. Avatares de los límites actuales que enfrenta la Argentina.
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