Empresaria y escritora, la doble vida de una emprendedora textil
En la contratapa de la flamante novela Los plebeyos, figura una muy pequeña biografía de la autora. "Marta Lopetegui nació en 1955 en la ciudad de Buenos Aires. Fue empleada bancaria, vivió en España y ahora trabaja en la industria textil. Publicó el libro de cuentos La permanente y otros relatos". Lo que no cuenta el texto es que su participación en la industria textil es como empresaria y que se trata de una de las principales proveedoras de indumentaria de los grandes supermercados, desde Carrefour hasta Coto, pasando por Walmart y Jumbo, a los que les fabrica las marcas propias que vende cada cadena.
De entrada podría pensarse que hay pocos ámbitos tan diferentes como el de la literatura y el de las empresas, y de hecho casi no hay antecedentes de otras personas que hayan participado en los dos campos.
En Los plebeyos, Lopetegui cuenta la historia de una marca argentina de indumentaria asociada al mundo del polo llamada Horse (en la novela la autora se encarga de aclarar que no se trata de La Martina) y de paso describe, con humor y desde adentro, los entretelones de la golpeada industria textil argentina, desde los talleres tercerizados en el conurbano bonaerense hasta las estrategias de marketing de una marca superexclusiva, que como "Los Redonditos funciona por el de boca en boca", en palabras de uno de los empleados de la ficticia empresa textil.
1Animarse a emprender de grande
Lopetegui debutó como empresaria a los 50 años. La crisis de 2001 la encontró en la Argentina trabajando en una empresa que se dedicaba a la importación de prendas. En ese momento, la por entonces empleada vio una oportunidad para comenzar a fabricar prendas de batik en la Argentina con la mira puesta en la exportación.
Lanzarse como emprendedora a esa edad reconoce que no fue fácil, pero a la vez destaca las ventajas de no contar con un plan B. "Cuando estás acostumbrado a no tener resto, como me pasó casi siempre en la vida, lo bueno es que lo único que queda es tirar para adelante y mandarse. Siempre viví en un estado de necesidad permanente y eso hace que si bien nunca se deja de sentir un poco de miedo ante algo que no se conoce, ese miedo no te llegue a inmovilizar", explica. Para incursionar en el negocio textil, Lopetegui tuvo que vencer los prejuicios no solo de la edad, sino también de género. "En este negocio soy un bicho un poco extraño. Por un lado, porque la mayoría de los empresarios son de la colectividad judía o coreana. Pero más que nada porque soy mujer. Pese a que se trata de un negocio orientado básicamente a las mujeres, que son las principales compradoras de ropa, la industria textil es muy machista y no es común cruzarse con mujeres que estén al frente de una empresa del rubro".
2No mostrar todas
las cartas
Lopetegui explica que mantener el bajo perfil en el mundo empresario tiene sus ventajas. "Siempre digo, en broma, que estoy clandestinizada en el rubro textil", explica la empresaria recordando su pasado como militante de izquierda. En las décadas del 70 y el 80, la escritora/empresaria tuvo una activa participación en la corriente morenista, durante la dictadura militar en el Partido Socialista de los Trabajadores (PST), y después en el Movimiento al Socialismo (MAS). "En algún momento tuve una marca propia, pero me di cuenta de que lo mejor es trabajar como proveedora de las grandes superficies. Muchos colegas que se tentaron con desarrollar su marca y poner locales terminaron con problemas", sostiene. De su pasado en la izquierda trotskista también rescata el materialismo dialéctico aprendido en las escuela de formación partidaria y la capacidad de análisis para pasar de lo general a lo particular. "De mi época como militante mantuve la importancia de aprender a caracterizar a las personas. Siempre digo que el materialismo dialéctico me dio un método para mirar la vida y poder identificar el perfil del tipo al que le estás vendiendo una prenda o del candidato al que estás entrevistando para tomar como empleado".
3Pensar en
el largo plazo
Lopetegui destaca que uno de los mayores problemas que enfrenta la industria textil es la dificultad para proyectar un negocio a largo plazo. "En este negocio no hay largo plazo, ni siquiera mediano, porque uno nunca sabe cuándo van a cambiar las reglas de juego". En La permanente lo explica en forma muy concisa. "Para fabricar en el país billeteras, paraguas o guantes se necesitan dos mandatos presidenciales para el desarrollo y el retorno de la inversión, y en la Argentina no se puede garantizar la continuidad del programa, entonces, por ahora, que ya es un largo por ahora, entran al país". Pese a la permanente inestabilidad, la dueña de la firma Irungai ("hilo" en euskera) asegura la importancia de apostar al largo plazo. "En este negocio es muy común escuchar quejas por las devoluciones que hacen los supermercados, cuando en realidad en la mayoría de los casos lo que pasa es que no se cumple con lo que tenía pactado con el comprador. Creo que detrás de esto se encuentra cierta idea de subestimar al otro y pensar que le podés hacer pasar cualquier cosa".ß
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