Temen el efecto en otros rubros
Analistas consultados por LA NACION dijeron que el acuerdo salarial logrado por el Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor (Smata) no provocará excesivas distorsiones en la industria automotriz porque se trata de un sector que ha sufrido, desde 2001, una caída muy fuerte en sus costos laborales.
En cambio, estimaron que este esquema de incrementos que consiguen los gremios podría afectar más a otras ramas de la actividad que todavía sufren las consecuencias de la última crisis, como los servicios.
"Sin dudas es un aumento importante -dijo Ernesto Kritz, economista de SEL Consultores-. Alguna capacidad de absorción tienen todavía las automotrices. Pero hay otros rubros en que, de uno u otro modo, el alza va a tener que ser trasladada a precios. Por ejemplo, en salud y enseñanza privada. El crecimiento de los salarios es bastante veloz últimamente, superior a la productividad, que subió un 10 por ciento desde 2001."
Osvaldo Giordano, economista del Instituto para el Desarrollo Social Argentino, cita un caso paradigmático en Córdoba: el alza que el sindicato pide para el transporte público urbano, del 19%, el tope que acepta el gobierno nacional, significa un problema que podría derivar en subas en los boletos. "Esto implica tarifa o subsidio -dice Giordano-. En Buenos Aires lo arreglan con subsidios, pero eso no es tan sencillo en las provincias."
Giordano evalúa una curiosidad: "Hay cierta contradicción básica: esta regla de un ajuste igual para todos repercute distinto en cada sector. No son lo mismo las clínicas, o los rubros de precios regulados como el transporte o los servicios públicos, que las compañías exportadoras".
Anoche, mientras sindicalistas y ejecutivos seguían negociando los detalles, los analistas dudaban de las cifras oficiales del acuerdo. "El 19 por ciento es para la tribuna", dijeron a LA NACION en un estudio que tiene como clientes a automotrices. Kritz recuerda que en convenios como los firmados en la construcción o los camioneros los aumentos fueron superiores al 19%, porque incluyeron alzas no remunerativas. Los salarios del sector formal de la economía ya casi han alcanzado, en moneda constante y a precios de consumidor, a los valores que tenían antes de la devaluación: en 2001, el promedio era de $ 1700; en marzo de 2006, de 1650.
No ocurre lo mismo con los trabajadores en negro, que son hoy un 46% de los asalariados y cuyos ingresos, lejos de recuperarse, cayeron, desde la convertibilidad, de 680 a 489 pesos. En resumen: los sueldos de 2006, formales e informales, son de $ 1070, aún por debajo de los $ 1190 de 2001.
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