Tensiones que se dirimen entre Córdoba y Buenos Aires
Juan Schiaretti no quiso involucrarse esta semana en el armado de Alternativa Federal, dice, para no faltarles el respeto a los cordobeses. Esa fue la explicación que dio para festejar su triunfo del domingo en soledad. La decisión molestó a algunos referentes del peronismo: el palco de una victoria tan abrumadora es siempre apetecible. Empezará a convocarlos la semana próxima. Es la información que maneja el Gobierno, que tiene con él un interlocutor de alto rango: Mauricio Macri. Ambos se conocen desde los tiempos de Sevel: Schiaretti, contador público, llegó a ser vicedirector administrativo de Fiat en Belo Horizonte.
Lo que nadie se esperaba en ese palco ganador era que, 48 horas después, Cristina Kirchner se presentara en la sede del PJ en Matheu con la propuesta de una "coalición grande". Hacía 15 años que no iba. Es probable que parte de la tensión que provocan en el justicialismo sus dos figuras más convocantes empiece a dirimirse la semana próxima en una reunión de la que será anfitrión Schiaretti. ¿De qué lado estará, por ejemplo, Massa? ¿Y el resto? Un operador peronista le preguntó a Alberto Fernández qué motivos tenía para pensar que Cristina Kirchner no volvería a ser la misma, con virtudes y defectos, que dejó el poder en 2015. Respuesta: la influencia positiva que ahora ejerce Máximo sobre ella, entonces inexistente.
Nada de lo que se resuelva en las próximas horas le será indiferente al Gobierno. Que Schiaretti consiga, por ejemplo, que Lavagna acepte competir en una interna, algo que es improbable, o que prefiera trabajar para una eventual candidatura de Massa. Los movimientos del exintendente de Tigre han vuelto a interesar en el establishment. "¿Cómo lo ves a Sergio?", preguntó a este diario la semana pasada, de la nada, el dueño de una empresa nacional. Massa es impredecible y ambiguo: quienes lo conocen recuerdan las confusas horas previas a la presentación de su candidatura a diputado en 2013, mientras voceros calificados de su entorno anticipaban, convencidos, versiones exactamente contrapuestas sobre qué pasaría.
La confirmación de las candidaturas será para el Gobierno el punto de partida de una estrategia a la que pretende cambiarle la metodología, pero ningún nombre. Lo anticipó Marcos Peña en su encuentro con la mesa de campaña, que incluye a Rodríguez Larreta y a María Eugenia Vidal, y que fue conformada a los efectos de desactivar reclamos internos por la candidatura de la gobernadora a presidenta. El jefe de Gabinete cree que Macri está en condiciones de derrotar a Cristina con lo justo en un ballottage. En el encuentro, que se hizo en la casa del ministro Ritondo, Peña dijo que mientras los sondeos siguieran mostrando a Macri levemente arriba no habría motivos para ungir a otro. Son proyecciones de alcance nacional que obligarán a Vidal a sobreponerse en su distrito a la mala imagen del Presidente. Algunos intendentes de Cambiemos son drásticos al respecto: temen que, como están las cosas, una boleta con la cara del líder de Pro equivalga a la de Aníbal Fernández en 2015. Hace un mes, durante una reunión en las oficinas que la provincia tiene en Avenida del Libertador, la gobernadora reprendió a algunos. "No me sirve que me vengan con planteos del tipo 'qué habría pasado si' -les dijo-. Tenemos que saber que vamos a hacer campaña con inflación y crisis".
Las proyecciones de Peña incluyen internas abiertas, comicios generales y ballottage. E indican que el triunfo llegará, ajustado, en la tercera instancia. Es curioso porque en el Instituto Patria hacen el pronóstico opuesto y aun con mayor euforia. Creen que los paliativos que anunció el Gobierno fracasarán justo al borde de octubre, plazo al cabo del cual vendrá lo que llaman "el tiro del final". Encuestas propias, muchas de las cuales coinciden con las del oficialismo, refuerzan esta idea. Dicen por ejemplo que en Almirante Brown, Cristina Kirchner supera a Macri por 68 a 18%, y en Quilmes, por 65 a 20%. Las mediciones macristas no distan demasiado: 60 a 22% en Almirante Brown y 60 a 30% en Quilmes. En Unidad Ciudadana imaginan que el triunfo empujará también al de Axel Kicillof o al de cualquier otro candidato a gobernador en la provincia.
La Casa Rosada cree que podrá evitarlo. Pero que deberá empezar por recuperar en territorio bonaerense los votos que hace dos años le dieron el triunfo a Esteban Bullrich sobre la expresidenta. En 2015 Macri le ganó a Scioli con 52% en el ballottage: los equipos de Durán Barba suponen que el 70% de ese universo volvería a elegirlo si enfrente tuviera a Cristina. Son trazados en el aire a cinco meses de los comicios. Quienes trabajan en la campaña oficialista dicen que será necesario un mínimo alivio económico. Que a la tranquilidad cambiaria, condición indispensable, se sume una baja de la inflación. Intendentes de Vidal que relevan con inspectores y llamadas a cadenas de supermercados están conformes con los acuerdos de precios. Dicen que el 80% de los productos del programa no tiene faltantes o que, en su defecto, las empresas pueden ofrecer similares al mismo precio.
En Pro confían en el "profesionalismo" del que se jactan para las campañas. La técnica con que Durán Barba pretende sorprender esta vez se basa en la conversación cara a cara. Las redes ya no son, dicen en Cambiemos, "comunicación horizontal", porque en parte han ido reemplazando a los grandes medios. Apelarán a una modalidad que el ecuatoriano suele elogiar de la estrategia que llevó a Bolsonaro a ganar en Brasil: mensajes de WhatsApp o videos caseros hechos por los propios usuarios, algunos de los cuales ya empezaron a circular en cuentas de funcionarios públicos. La contraindicación de este tipo de posteos jamás será admitida y consiste en la falta de rigor: es probable que, como en Estados Unidos y en Brasil, esta campaña esté poblada de fake news.
Los macristas esperan que los estilos de Vidal y Cristina queden expuestos tal como son. Suponen que, una vez en campaña, la gobernadora sumará votos casi en la misma medida en que la expresidenta se restará a sí misma. Lo de Vidal no es fácil: debe lograr un corte de boleta de entre 10 y 15 puntos si pretende ser reelecta, porque en la provincia no hay ballottage. Aceptó unir su suerte a la de Macri en los comicios de octubre y no adelantarlos, como indicaba la lógica, principalmente por temor a coincidir en una gestión con Cristina Kirchner. La otra razón fue apuntalar a su jefe político, que suele agradecérselo cada vez que puede.
Son cuestiones que preceden a la campaña: Vidal resignó el año pasado fondos como consecuencia del ajuste, en contraste con los puntos de coparticipación que recuperaron las provincias en los últimos años por el pacto fiscal. Parte de la fe en que el armado de Schiaretti termine favoreciendo al Gobierno se basa en esa redistribución según la cual, dicen los bonaerenses, el PJ cordobés tiene bastante que agradecerles.
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