Todos buscan efectivo, el bien más preciado
Para atenuar la caída en las ventas, los comercios de todo el país reducen sus precios en billetes y vuelven a vender fiado
La expresión "nueva economía", que en el mundo se utiliza para referirse a las operaciones relacionadas con Internet y la tecnología, tomó una nueva acepción, al menos en la Argentina.
Desde hace dos semanas, los argentinos debieron adaptarse a vivir con menos efectivo y a emitir cheques o sacar su tarjeta de crédito y débito para pagar por sus compras cotidianas, algo que poca gente hacía antes de las nuevas medidas que obligaron a la bancarización.
En los primeros 14 días de diciembre se hicieron 34,6 millones de transacciones a través de cajeros automáticos, un 68,4% más que en el mismo período de noviembre. Según Norberto Peruzzotti, director ejecutivo de la Asociación de Bancos de la Argentina (ABA), "se concretaron 2,5 millones de transacciones de débito en comercios, que significaron un aumento del 748 por ciento".
Y según fuentes del mercado y del Banco Central, se abrieron 600.000 nuevas cuentas, donde los argentinos depositan su dinero y desde las cuales hacen transacciones desde el 3 del actual.
Pero en las cajas de los pequeños comerciantes no se reflejó ese crecimiento exuberante de actividad. La mayoría de los consultados por LA NACION asegura que en el último mes facturaron el equivalente a dos o tres días de ventas del año pasado.
Con estilos diferentes, los minoristas hacen frente a la escasez de efectivo que les roba clientes. En el interior y en algunos comercios de barrios porteños volvió la libreta con la que se compraba "fiado". El sistema se aplica en las provincias y en algunos barrios, donde la confianza entre comerciantes y clientes es el único aval necesario para abrir una cuenta.
Por su parte, los comerciantes de Buenos Aires hacen bonificaciones de entre 5 y 15% por pago efectivo para alentar a la gente a desprenderse de sus escasos pesos.
Hay tres excepciones a la pronunciada caída de las ventas: autos, casas y entradas para espectáculos deportivos. Según el índice de confianza de la Universidad Di Tella, en diciembre aumentó un 20% la intención de compra de los dos primeros bienes.
"Lo bueno de poner tu dinero en el garaje es que podés sacarlo cuando quieras", rezaba el anuncio de la automotriz Volkswagen.
"Nadie se siente seguro con el dinero en el banco, prefieren invertirlo en un auto", explica Carlos Mosquera, de una concesionaria Fiat ubicada en Cerrito y Diagonal Norte.
Jorge Valle, gerente de ventas de Carpesa, una concesionaria automotor Renault, dice que "el crédito desapareció como opción de compra, ahora es la última opción", que la gente "viene a consultar, pero no define". Y que en este momento ofrece bonificaciones de 1000 pesos como mínimo y de hasta 3000 pesos en unidades de más valor (14.000 a 20.000 pesos).
Así, más por miedo a la inmovilidad de su dinero que por ganas de estrenar un cero kilómetro, las consultas en las concesionarias aumentaron exponencialmente y las ventas de autos crecieron un 30 por ciento. También creció la afluencia de interesados en las inmobiliarias. Y el fútbol, una de las mayores pasiones argentinas, sigue en ascenso. Según cifras de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), en las últimas dos fechas aumentó la venta de entradas un 5 por ciento.
La vuelta del fiado
La libreta del almacenero, una reliquia que tenía un lugar en la historia de objetos olvidados junto con el pingüino y los sifones de vidrio, ha recuperado su protagonismo, especialmente en el interior, pero también en el conurbano bonaerense.
Pedro Bielak, de 38 años, es el dueño de Casa Zio Pietro, un local que vende fiambres, quesos y vinos en Bella Vista. Para capear lo que considera la peor crisis que vio en su vida, reabrió la libreta de almacén."Pero vender fiado es una cadena, porque de esta manera me atraso con el pago a los proveedores", dice.
Los números de venta de electrodomésticos también van en picada. José Rodríguez es gerente de ventas de Bella Vista Hogar, una casa de electrodomésticos y muebles que está hace 30 años en la zona. "A quince días de diciembre se vendió lo mismo que en dos días de diciembre de 2000." Para el comerciante, "el efectivo es un recuerdo y las compras en cuotas han bajado en un 70 por ciento".
El shopping Galerías Pacífico está vestido de fiesta, pero pocos clientes circulan en busca de regalos. "La situación es pésima, no se vende casi nada. La gente está agresiva, quiere comprar pero no puede", cuenta Adriana Videla, a cargo de un puesto de cosméticos Miss Ylang. Las pocas ventas que concreta, por montos de entre 5 y 9 pesos, no se cancelan en efectivo sino con tarjetas.
"En general no vendemos por más de 200 pesos diarios", explica Jorgelina Benítez, de Home Collection.
"El mes pasado vendí 16 teléfonos celulares y, entre básico y comisión gané 900 pesos. En lo que va de este mes apenas vendí 6 teléfonos y no creo que el negocio repunte", dice con tristeza Natalia Coira, desde el puesto de Champion Comunicaciones y Telefonía Celular.
Cristina López, dueña de un quiosco de diarios en Beruti y Laprida, dijo que "las ventas ya venían en baja, pero ahora la restricción es mayor. Apenas si vendemos el 30% del volumen habitual".
"Si un autito cuesta 40 pesos, los padres tienen en cuenta cuánto gastarán en pilas por mes. La gente trata de guardar el efectivo", explican en la sucursal de El Mundo del Juguete,ubicada en Córdoba y San Martín. La caída en las ventas era una tendencia evidente desde hace varios meses, según cuenta el vendedor, pero ahora se ha acentuado. "Si no vendemos ahora, qué nos queda para enero y febrero...", dice con incertidumbre.
Hace tres meses el zapatero Pablo Oviedo, al frente de un local en French y Laprida, tuvo que devolver la máquina lectora de tarjetas porque con un nivel de ventas en descenso no podía hacerse cargo de ese costo (de casi $100 mensuales). "Hoy si vendo un par de zapatos por semana, es mucho. Pero tampoco puedo bajar mucho la calidad de la mercadería porque el prestigio de esta casa tiene 30 años", precisa Oviedo.
Con miedo de gastar
En la Ferretería de Rafael Di Martino, sobre Anchorena al 1700, nadie se acerca al mostrador. "Los gastos fijos nos han superado. Las ventas cayeron en un 70%", dice con desánimo el mismo propietario. "Los clientes que todavía vienen, apenas gastan monedas. Tuvimos que devolver el aparatito lector de tarjetas porque no lo podíamos mantener. Estamos en el aire. La gente tiene miedo de gastar porque no sabe si mañana tendrá un peso en el bolsillo", dice con pesar.
En El Obelisco de la Suerte, sobre Cerrito, a pocos metros de la avenida Corrientes, el vendedor de loterías y quinielas, Pedro Cicero, dice con preocupación: "La gente es consciente de que hay que cuidar el efectivo. Entonces, o deja de jugar o disminuye su apuesta".
En Florida y Corrientes, el animador de fiestas infantiles "Corbata", anuncia con megáfono que en El Mágico Mundo de la Pesca se puede pagar todo con tarjeta, hasta un anzuelo. A pesar de la estridente companía de un pescado cantor, a "Corbata" lo esquivan los transeúntes como al resto de los repartidores de folletos.
La gente que pasa de largo no está de ánimo para fiestas. Como dijo el viernes en Uruguay el ex ministro de Economía Ricardo López Murphy: "Lamento decirles que este verano va a ser inolvidable... porque va a ser muy difícil".
Con la colaboración de Analía H. Testa y María Eugenia Aguirre