Un tropezón que obligará a jugar todas las gestiones posibles
Más allá del carácter informal que tuvo el encuentro, la reunión del directorio del FMI en la que se discutió el planteo de la Argentina (entre otros países) en contra de las mayores tasas de interés que cobra el organismo resultó un tropezón importante en la estrategia de negociación del gobierno de Alberto Fernández.
Un país sobregirado en términos fiscales como la Argentina (es decir, acostumbrado a gastar más de lo que recauda) se ve obligado a renegociar plazos de pago que ya en el programa original de Mauricio Macri eran imposibles de cumplir. ¿Qué se discute? Cuando el FMI presta dinero a un país le cobra una tasa básica vinculada a los DEG, muy baja en términos internacionales, más un 1% (100 puntos básicos). Cuando ese país toma un préstamo muy por encima de su cuota (187,5%), como es el caso argentino, la carga se eleva un 2% (o 200 puntos básicos). En el caso de un préstamo de facilidades extendidas, si después de 51 meses el crédito se mantiene por encima de aquel nivel, la tasa se eleva en 300 puntos básicos (3%). Los recargos están diseñados para desalentar el uso extenso y prolongado de los recursos del FMI.
En el largo proceso de renegociación que lleva adelante desde mediados del año pasado, el Gobierno intenta al menos tres cosas: eliminar los llamados sobrecargos del crédito, que el nuevo préstamo que resulte de la renegociación se extienda a 20 años (y no a 10, plazo standard de un préstamo de facilidades extendidas como el que tendrá el país) y que, si el Fondo cambia las condiciones de sus préstamos en el futuro por otras más blandas, el país pueda beneficiarse de ello.
Kristalina Georgieva se había manifestado al menos proclive a discutir esos puntos, aunque siempre lo supeditaba a la decisión del board del organismo. Ese cuerpo suele tratar, antes de sus reuniones formales, algunos temas para ir midiendo el consenso o el rechazo que tendrían. Por el resultado conocido ahora, la postura argentina aún no tiene el respaldo suficiente.
Tal vez el Gobierno se esté lamentando de haber demorado la negociación más de la cuenta, cuando el futuro de Georgieva en el organismo es ahora incierto. Como en todas las decisiones importantes, la postura de Estados Unidos es determinante. En su próximo viaje, el jefe de Gabinete, Juan Manzur, aprovechará sus fluidos vínculos con ese país para intentar un voto a favor decisivo en el directorio.