Una buena oportunidad para las multilatinas
Un cauteloso optimismo parece ganar el ánimo de una gran cantidad de empresas de América latina, producto de la oportunidad que presenta la demanda de commodities , el fortalecimiento de las monedas locales, la devaluación de activos en mercados desarrollados y el surgimiento de nuevos consumidores.
También se plantean interrogantes: ¿qué rol deberá jugar América latina en el mundo? ¿Es sostenible el crecimiento si no se agrega valor a los productos primarios? ¿El sector público y privado articularán esfuerzos e intereses para tomar ventaja de esta oportunidad?
Las empresas regionales están en condiciones de innovar y crear el futuro en la medida que desarrollen perspectivas estratégicas más integradas y creen culturas que alienten la innovación.
De nuestra experiencia surge que nuestros ejecutivos y empresarios aventajan a sus pares de países desarrollados en su capacidad para gestionar el corto plazo, reaccionar con velocidad y tomar decisiones aprovechando las oportunidades que generan las crisis. Muchos grupos empresarios han incrementado su capital, diversificado sus negocios e incorporado tecnología. Hoy tienen posibilidades para crecer, incluso por fuera de las fronteras de los países de origen, tal como lo demuestran las más de 100 "multilatinas" que operan en el mundo.
Los desafíos no son pocos. El contexto cambió y cambiará más. Probablemente no se podrá sostener un crecimiento del 7% anual. La integración regional será mayor, así como el intercambio en el eje Sur-Sur y las mayores inversiones asiáticas en la región. También parece sostenerse la irrupción de nuevos consumidores conformando una nueva clase media que en 2010, sumaba 382 millones de personas.
Aun así, nuestra región tiene deudas pendientes. El nivel de desigualdad es 65% más alto que el de países de ingresos altos, según el coeficiente de Gini. La calidad educativa, la infraestructura, la calidad institucional, la corrupción, la baja productividad son aspectos por considerar en la agenda del próximo decenio. También la falta de inversión en innovación. América latina tiene 527 investigadores por millón de personas activas, contra 7315 de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.
Hacer que esta realidad se modifique no sólo es un asunto público. También lo es del sector privado.
En América latina, más que en cualquier lugar del mundo, las empresas no pueden pensarse separadas del entorno social y ambiental en que se desenvuelven. Es necesario que los modelos de negocio contemplen la creación de valor económico, pero también la creación de valor para la sociedad.
Las estrategias de negocio serán exitosas si también son transformadoras de su realidad. Esto representa una gran oportunidad para innovar no sólo en los productos y servicios, sino en los modelos de negocio y sistemas de management .
¿Cuáles son los ejes de esa transformación? En primer término, abandonar la creencia de que desarrollar una visión de largo plazo es un lujo sólo de los países desarrollados. La estrategia necesita responder a un proyecto de mayor alcance y trascendencia.
Gestión articulada
Visión, estrategia y planes operacionales tienen que ser gestionados articuladamente. El cliente es el articulador, en tanto que es el destinatario y decisor de lo que está dispuesto a pagar y reconocer como valor. El conocimiento profundo de sus necesidades y expectativas reemplaza a la tendencia de vender lo que producimos o lo que sabemos hacer bien.
En segundo lugar, hay que concebir estrategias de negocio balanceadas de tal forma que los objetivos de mercado e indicadores financieros tengan el mismo nivel de importancia para los ejecutivos, que la cultura, comportamientos y capacidades que posibilitan una efectiva ejecución. Ya no es viable sostener un mundo de fragmentaciones donde unos piensan y otros hacen; donde cada área funciona aislada tras sus resultados. El balance implica integración de esfuerzos en la cadena interna y extendida de negocio; abrir espacios de participación tolerando el riesgo al error para que la gente innove.
En tercer lugar, hay que asegurar la claridad en las responsabilidades y una asignación correcta de responsabilidad y autoridad acorde con las capacidades requeridas para tomar decisiones con autonomía.
Del relevamiento de capacidades potenciales que realizamos a más de 1500 ejecutivos durante los últimos cinco años, pudimos identificar una brecha significativa entre capacidad potencial actual y capacidad aplicada. Esto implica casi un 40% del talento desaprovechado.
Estos factores están relacionados con la capacidad de liderazgo. Nuestros países requieren líderes que inspiren y generen las condiciones para que el salto de innovación se produzca pese a las barreras culturales, las creencias erróneas sobre de los criterios de éxito y las visiones estrechas de la realidad por las cuales se entiende la creación de valor como el logro de resultados financieros de corto aliento.
Hay que pensar en grande: América latina en un camino sustentable de desarrollo, con clases medias sólidas y con educación de alta calidad, exitosa en haber desacoplado el desarrollo económico del uso de recursos naturales, con una revolución cultural en el nivel empresario que permita innovar y desarrollar usinas de conocimiento, con modelos de negocio creativos e inclusivos, con un nivel de productividad y calidad de management de clase mundial.
¿Seremos capaces esta vez? Tanta inequidad, postergación y potencial desaprovechado bien amerita persistir en el intento.
La autora es presidenta de AMG Consulting Group
Azucena Gorbarán
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