Una encrucijada económica
Hace ya varios años, allá por 1996, Thomas Friedman, conocido columnista de The New York Times, comentó en una entrevista que, en su opinión, había dos superpotencias en el mundo: Estados Unidos y la agencia calificadora de riesgo Moody’s. Según Friedman, no era claro quién tenía más poder. Seguramente, en ese entonces, a muchos en Estados Unidos se les pasó por alto este comentario. Pero en la Argentina y otros países de los que se denominan "mercados emergentes" sufrimos en carne propia el poder de Moody’s y las agencias calificadoras de riesgo. La opinión de estas agencias sobre la capacidad de repago de un país, expresada a través de un rating, es determinante de su costo de financiamiento en los mercados de capitales internacionales y, por ende, muchas veces del crecimiento de su economía.
Friedman seguramente nunca se imaginó que algún día Moody’s le daría un tirón de orejas a Estados Unidos. Sería nada menos que en un conflicto entre dos superpotencias. Esto fue justamente lo que ocurrió esta semana. El 3 de febrero de 2010 la agencia calificadora advirtió que si el crecimiento económico de Estados Unidos no era más robusto o las medidas para bajar el déficit más drásticas, su rating Aaa, el más alto de la escala y que denota la mayor solidez crediticia, se vería "bajo presión" en algún momento durante la próxima década. El cauto lenguaje utilizado por Moody’s no logró disfrazar la seriedad de la advertencia, que fue hecha pocos días después de que el presidente Obama presentara su planes de reducción del déficit.
La Casa Blanca proyecta un déficit fiscal de 1565 billones de dólares para 2010, lo cual representa un 10,6% del PBI norteamericano. La última vez que Estados Unidos exhibió un ratio de esta magnitud fue durante la Segunda Guerra Mundial. Aunque las proyecciones del gobierno indican que el déficit caerá a 4% en 2013, esto presupone un crecimiento económico sostenido, que el Congreso apruebe nuevos impuestos y una reducción del gasto público. Obviamente, estos niveles de déficit fiscal tienen su contraparte en el crecimiento de la deuda pública, que según la Casa Blanca alcanzaran 77% del PBI en 2020. Según Moody’s, estos ratios subestiman el endeudamiento público de Estados Unidos. Si a la deuda a nivel federal (nacional) se le agregan las deudas a nivel estadual (provincial) y municipal, el ratio de deuda sobre PBI podría alcanzar 100% dentro de una década.
Eso pondría a Estados Unidos en una situación comparable a la de los PIGS de Europa (Portugal, Italia, Grecia y España). En realidad, la situación que está pasando Estados Unidos tiene su contraparte en Europa, no sólo en los PIGS, sino también en Inglaterra e Irlanda. Todos estos países sufrieron en mayor medida el impacto de la crisis de 2007-2008 y hoy están pagando el costo de haber vivido durante años más allá de sus recursos (léase bajo nivel de ahorro y alto endeudamiento público y privado). Y en el caso de Estados Unidos también la factura los rescates y programas de estímulo que lanzó el gobierno para evitar caer en una depresión.
En el Foro de Davos el riesgo soberano (también conocido como riesgo país) fue uno de los temas que recibieron más atención. Lo irónico es que ya no se trata del riesgo soberano de los países emergentes de Asia y América latina, sino de Estados Unidos, Europa y Japón.
Es indudable que la economía mundial está frente a una situación inédita. El mero hecho de que se mencione la posibilidad de que países como Estados Unidos e Inglaterra puedan perder su rating es indicativo de la seriedad del problema. Muchos inversores se preguntan qué pasará con el dólar. Pero el tipo de cambio es un precio relativo. La pregunta es qué pasará con el dólar con relación a otras monedas o a las commodities. Lo que parece claro por ahora es que ni el dólar, ni el euro, ni el yen tienen perspectivas de fortalecerse en el mediano plazo. Eso sugiere que aumentará el precio relativo de las commodities y de las monedas de países emergentes con una sólida situación fiscal.
Pero no hay que dejarse llevar por el pesimismo. Tanto Estados Unidos como Europa tienen instituciones y mercados de capitales sólidos y además una buena capacidad de gestión tanto a nivel del gobierno como de sus bancos centrales. Estos factores son claves. Justamente su ausencia hace que algunos países vivan inmersos en crisis recurrentes a pesar de que su situación financiera interna y externa no sea tan crítica. Si las economías de Europa y Estados Unidos logran retomar la senda de crecimiento económico sostenido, los problemas que hoy preocupan a los inversores se resolverán sin mayor turbulencia. Caso contrario, tendremos que acostumbrarnos a una nueva realidad en el escenario económico mundial.