Una receta que sí funciona
Cuando queremos mejorar un proceso o necesitamos innovar en la manera en la que miramos un problema, solemos sucumbir ante la tentadora idea de buscar una bala de plata que sirva para todo. "Los ocho pasos para ser tu propio jefe", "La semana de trabajo de cuatro horas", "Cómo ganar dinero seguro desde tu living". Son promesas que simplifican y falsean procesos mucho más arduos relacionados con la constante y compleja tarea de alcanzar un objetivo de trabajo o personal.
Sin embargo, hay una receta que sí funciona y que impacta en muy poco tiempo en nuestro bienestar y que en esta pandemia está muy presente: la receta culinaria. Cocinar nos hace bien. Su ideación, proceso y resultado tienen mucho para enseñarnos de creatividad, autorrealización, foco y entrega. Un estudio publicado en el International Journal of Humanities and Social Science analizó las cualidades terapéuticas de la cocina como un pasatiempo, incluida su capacidad para causar un sentido nuevo del tiempo atenuado y alterado de la conciencia. Los investigadores encontraron que el acto de cocinar mejora el bienestar de una persona y está asociado con la satisfacción con la vida en general. Además, descubrieron que cocinar era el mejor indicador de felicidad subjetiva. Para algunos, el tiempo pasado en la cocina absorto en hornear y cocinar puede ser exactamente la receta necesaria para una mayor felicidad y bienestar mental.
Para la cocinera Ximena Saenz, co conductora del programa televisión Cocineros argentinos, cocinar te da seguridad, sirve como un escape de pensamientos e impacta felizmente en las relaciones con quienes compartimos lo que hicimos. "De hecho es una de las razones por las que me puse a cocinar desde chica, me sentía bastante insegura en muchos sentidos, y cuando cocinaba seguía la receta y me salía y eso me daba seguridad, todos disfrutaban además. Con la comida se da esto de que todos te celebran muchísimo, no importa si es la mejor pastafrola, pero el gesto de haberla hecho te da orgullo y en los demás despierta agradecimiento". Ximena nombra el libro de la cocinera Julia Turshen que desarrolla la idea de alcanzar "pequeñas victorias", nada más ni nada menos. Con una receta podemos ganar, sentir "yo puedo".
La cocina ofrece infinitas oportunidades para expresar la creatividad. Una misma receta nos sale de mil maneras distintas y nos permite jugar con propuestas propias. Se ha demostrado también que para personas que sufren de ansiedad o estrés, pasar tiempo en la cocina puede aliviar estos síntomas y mejorar la atención plena. La psicóloga Annie Gurton dice que el resultado de la cocina va más allá de una sensación de logro: puede satisfacer la necesidad emocional de propósito y significado en nuestras vidas. "Cocinar es una tarea que requiere una combinación de varias habilidades: comprensión y planificación, atención al detalle, uso de nuestra memoria e imaginación, destreza manual, creatividad y estilo".
Otra buena idea para explorar es la de tener una pequeña huerta, aunque sea en el balcón, ya que usar ingredientes que cultivamos y cuidamos aumenta aún más nuestra sensación de orgullo. Pregunté en Twitter y de 2000 personas, siete de cada diez contestaron sentimientos positivos al cocinar. Otro estudio, publicado en el Journal of Positive Psychology, sugiere que las personas que recurren con frecuencia a proyectos pequeños y creativos se sienten más relajadas y felices en su vida cotidiana. Los investigadores siguieron a 658 personas durante dos semanas y descubrieron que hacer pequeñas cosas cotidianas, como cocinar y hornear, hizo que el grupo se sintiera más entusiasmado con sus actividades al día siguiente.
Para Saenz las recetas funcionan como un pequeño emprendimiento. Cada preparación es un proyecto que empieza y termina. "Una pasta rellena puede llevarte 2 o 3 horas y si bien es tiempo no es tanto para ver tu proyecto terminado". La desconexión y foco también nos dan bienestar. Yo tenía 13 años y hacia mucho pan dulce y cuando mi mamá me preguntaba por qué tanto le decía 'para no pensar'. Más grande, ya como cocinera en un hotel, me tocaba cortar la ensalada de fruta y me encantaba. Solo hacer foco en cortar la fruta, lo amaba porque era muy zen ese acto de estar presente", cuenta y nombra otro libro, Instrucciones para el cocinero de un monasterio, que trata de esa desconexión y esa atención plena en una acción, que te hace olvidar del resto, requiere atención plena y el resultado es celebrado por quienes comen y te reconforta mucho a vos. ¿Qué más se puede pedir?