Una sanción de Trump genera presión en la nafta
Como si la inercia inflacionaria y la volatilidad del tipo de cambio no generaran suficiente presión en los precios, anteayer el gobierno de Donald Trump sumó un nuevo componente de incertidumbre que impactará en el costo de los combustibles en el país.
Estados Unidos decidió castigar a Irán y empezará a imponer sanciones a todo país que compre crudo iraní, con el objetivo de acabar reduciendo "a cero las exportaciones" de petróleo de ese país y "privar al régimen de su principal fuente de ingresos", según explicó la agencia AFP.
Las repercusiones se hicieron sentir con un alza del precio internacional del petróleo, que ayer finalizó en US$74,51 por barril, según el índice Brent, el que se toma en cuenta en la Argentina. Este mismo precio llegó a estar a US$43 a fines de diciembre pasado y a US$66 solo un mes atrás.
En el país, el valor de la nafta depende principalmente del tipo de cambio -ya que el 90% de los costos de producción están en dólares- y del precio del Brent.
Con el aumento cambiario de 7,5% el mes pasado, sumado al alza que también tuvo el Brent y el impuesto a los combustibles (ILC), las estaciones de servicio señalan que el incremento de precios de la nafta debería haber sido entre 10 y 11%, en lugar del 4,5% que finalmente se aplicó a fines de marzo.
Esto quedó en evidencia cuando Raízen, licenciataria de la marca Shell, aumentó sus precios primero un 9,5% y luego tuvo que retrotraerlos con una baja del 4,5%, cuando el resto del mercado -liderado por YPF, que tiene una participación del 56%- anunció un incremento menor.
"Hoy hay un atraso en los precios del 14%, tomando en cuenta lo que se aumentó y lo que subió el valor internacional del crudo. Esto sería para dejar de perder y tener un estado de resultados saludable, aunque no quiere decir que vaya a subir ese porcentaje", dijo una empresa del sector.
El negocio del downstream, que abarca la refinación del petróleo crudo y la comercialización de combustibles, tuvo una pérdida de US$1800 millones el año pasado, pese a la suba del 70% en los precios.
Las empresas petroleras que están integradas y que operan también en el upstream con la extracción de crudo, como YPF y Pan American Energy (PAE), son las menos perjudicadas, porque se benefician con la suba del dólar y del Brent. Pero hay compañías como Raízen y Puma Energy que solo están en el negocio del dowstream y se ven más perjudicadas con la imposibilidad de trasladar a precios todo el aumento de sus costos.
"De parte del Gobierno no hay llamadas a las empresas ni ejercen presión sobre la suba de precios, pero controlan el valor de los combustibles a través de YPF", dijeron en otra compañía.
A la petrolera con control estatal se la acusa de aumentar sus productos por debajo del mercado, lo que obliga al resto a seguirla para no perder ventas. En YPF se defienden con que son una empresa que cotiza en Bolsa y, por lo tanto, está fuertemente vigilada como para actuar así.