¿Vuelven los 90, la hiper y la reelección?
En materia de inflación, septiembre pasado fue el peor desde 1990, según las mediciones del Congreso. Los diputados opositores mostraron su alarma porque la comparación con un año de violenta estanflación no es nada grata. Y no son los únicos preocupados. Un empresario muy cercano al Gobierno lo comentó hace días en confianza: "Este tipo [por Guillermo Moreno] nos está llevando a todos al desastre".
Pero aunque sus decisiones hayan causado una desaceleración económica absolutamente innecesaria, mientras la inflación no cesa, Moreno parece no tener frenos. Pocos días antes, había humillado a otro empresario que se presentó en su despacho para una audiencia:
"¡Qué lindos zapatos!", le dijo al visitante, aun antes de darle la mano. E inquirió sobre el lugar de fabricación. Cuando se enteró de que eran italianos, enfureció. "¿Cómo vas a venir a verme a mí con zapatos importados? Andate, volvé otro día con zapatos nacionales", mandó. Dicen que el afectado volvió días después y que el funcionario le exigió descalzarse para comprobar que su calzado era made in Argentina .
Pero ¿qué tuvo de parecido septiembre de 2012 con el mismo mes de 1990, cuando, como dijeron los diputados de la oposición, se caminaba al borde de un rebrote hiperinflacionario?
Como ahora, la economía estaba estancada, pero la inflación no bajaba. La inversión brillaba por su ausencia, el país estaba en default parcial (se seguían pagando los bonos, pero no al Club de París ni la deuda comercial) y crecía el déficit fiscal. Había una crisis energética que no era peor porque la actividad no remontaba. Las diferencias son de grado. El mes pasado, el costo de vida creció 1,93%, según el índice del Congreso. En septiembre de 1990, superó el 15% y la desconfianza era enorme, a pesar de que el anterior diciembre se había hecho el Plan Bonex y de que en marzo un brutal ajuste fiscal había suspendido las compras del Estado por 90 días.
En la actualidad, el rojo fiscal crece fuertemente, pero se está lejos de un escenario tan malo como el del año en que Erman González estuvo a cargo del Ministerio de Economía.
Ahora el cristinismo en el poder parece hacer un poco de disciplina fiscal, que aplica a otros. El último informe del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf) señala que el gasto total creció en julio y en agosto más o menos al mismo ritmo que la alicaída recaudación.
Pero esa moderación tiene características particulares. Los gastos que realiza el Estado nacional siguieron aumentando más que los ingresos. Pero lo que se destina a las provincias para obras públicas y como transferencias discrecionales fue la principal variable de ajuste. En lo que va del año, aumentaron sólo 8,7%, por debajo incluso de la inflación ficticia del Indec. Y el torniquete se apretó en los últimos meses. Si las remesas hubieran seguido al ritmo del primer semestre, los gobernadores habrían recibido $ 687 millones más entre julio y agosto sólo por este concepto.
Tal vez no darle divisas a Chaco para pagar sus vencimientos es un modo más de condicionar a los gobernadores y obligarlos a apuntalar la reelección de Cristina.
A diferencia de hoy, en 1990 había por primera vez en años un mercado único y libre de cambios y el dólar de verdad flotaba, pero el austral, la moneda local de entonces, se apreciaba. Y se mantenía el superávit de la balanza comercial, con las importaciones frenadas más por la recesión que por el tipo de cambio o por prohibiciones intempestivas.
El escenario internacional era ampliamente desfavorable para la Argentina y la baja de tasas que permitiría acomodar la deuda en moneda extranjera demoraría todavía en llegar. Se requería de la recesión en los Estados Unidos, que hizo perder la reelección al padre de George W. Bush.
Y la Argentina de entonces ofrecía la privatización de empresas, como Aerolíneas y Entel dividida en dos, pero conseguía apenas un candidato para cada una y debía aceptar condiciones durísimas. En esto parece surgir un parecido con los tropiezos actuales para conseguir inversores o financistas para la reestatizada YPF por el marco generalizado de desconfianza.
Los parecidos surgen por el escenario de una economía estancada y en la que la recesión, a causa de la desconfianza, no disminuye el ritmo de aumento de los precios, como ocurrió, por ejemplo, en 2008 y en 2009.
¿Es indicio de una inminente hiperinflación? Pareciera que no. Carlos Melconian recuerda que "la hiper" llegó después de años de indexaciones. En septiembre de 1990, los temores crecían porque en diciembre y enero anteriores el índice de precios había acumulado una trepada superior al ciento por ciento. Muy lejos de la situación actual.
El gobierno de Menem, entonces, no podía darse el lujo de financiarse con emisión, como lo hace ahora Cristina Kirchner. A decir verdad, en 1990 el Estado ya no tenía nada con qué financiarse.
A mediados de los 90, Menem necesitó que la economía volviera a crecer y la inflación se desplomara a niveles inéditos en décadas para, con el apoyo de los Kirchner, reformar la Constitución.
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