Wall Street respaldó la ofensiva oficial, pero advirtió que la corrida aún puede continuar
WASHINGTON.- Wall Street puso los pronósticos para la Argentina en capilla. Inversores, bancos y analistas respaldaron la brutal ofensiva oficial para calmar la corrida del dólar, pero, en medio de un palpable cambio de humor respecto del país –y del equipo económico–, advirtieron que el azote del mercado seguirá y hará falta más "artillería pesada" para poner punto final a una crisis que, coinciden, el propio Gobierno ayudó a fogonear.
La Argentina terminó por pagar muy caro muy caro el "pecado original" del cambio de metas de inflación y, luego, el recorte en la tasa interés del Banco Central en enero, insisten quienes siguen el día a día del país. "Están tratando de recuperar el terreno que ellos mismos, colectivamente, perdieron", marcó un ejecutivo de un fondo de inversión. Por lo bajo, despuntan críticas a la "mala praxis" del equipo de Federico Sturzenegger para tratar de contener la corrida y torcerle el brazo al mercado. "La corrieron de atrás", graficó un economista en Washington.
La decisión de apretar la meta fiscal para este año y disparar la tasa de interés fue ungida por "el mercado". Pero nadie quedó del todo tranquilo: la lectura fue que se trató de un paso en la dirección correcta. Punto. Hubo guiños y elogios, pero fueron prolijamente licuados con advertencias.
"Es un buen primer paso. Necesario, no llega a ser del todo suficiente", resumió una fuente de otro fondo. "Falta más artillería pesada para terminar ese drama innecesario. No se debería haber llegado a este nivel. El mercado lo miró como algo tibio. A la mañana pintaba horrible, y después recuperó. Se calmaron las aguas, pero me parece que no se terminó", cerró.
Los bancos coincidieron en esa lectura. Un informe de Goldman Sachs dijo que la doble ofensiva había mostrado "pasos en la dirección correcta". Otro, de UBS, destacó la "fuerte respuesta coordinada". Credit Suisse consideró que el Central y el Palacio de Hacienda habían tomado una "postura más agresiva" y que, cuando menos, era una "buena señal". Barclays dijo que el retoque de metas fue "positivo".
La crisis ya dejó una marca. La fuerte devaluación del peso terminó por aniquilar la casi nula credibilidad que le quedaba a la meta de inflación del 15%, y se palpan serias dudas respecto de quién está detrás del panel de control de la economía. Esa inquietud quedó plasmada en una de las preguntas que le hicieron al ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne , quien, al responder, insistió en que había "un equipo" y que la coordinación funcionaba bien. Aquí no parecen comprar ese mensaje.
Todos aguardan el lunes con, cuando menos, cautela. Alberto Ramos, en una nota de Goldman Sachs consideró que el panorama aún es "muy desafiante", y afirmó que "no existe garantía" de que las medidas anunciadas serán suficientes para calmar al mercado. El informe de Credit Suisse coincidió: "Para ser claros, no parece que la presión en el mercado haya disminuido, por lo que no creemos que estamos en el fondo aún".
El banco UBS ofreció un análisis similar: "Estas medidas parecen lo suficientemente fuertes como para aliviar la presión sobre los activos argentinos, pero solo si el entorno externo coopera en el futuro", indicó.
Un análisis similar ofreció el banco UBS: "Estas medidas parecen lo suficientemente fuertes como para aliviar la presión sobre los activos argentinos, pero solo si el entorno externo coopera en el futuro", indicó.
"Creemos que las medidas tomadas hoy por el Banco Central, en conjunto con el anuncio del cambio de target fiscal podrían finalmente estabilizar el tipo de cambio por un tiempo", indicó Pilar Tavella, economista de Barclays para la Argentina. Tavella, como otros, supeditó el éxito de la ofensiva, en parte, a que el contexto externo no se deteriore aún más.
Nadie descartó del todo un nuevo repunte del precio del dólar, o tasas de interés aún más altas. Por todo esto, la obsesión que suele distinguir a la mirada externa sobre el déficit fiscal cobró un nuevo vigor. El equipo económico ya había adelantado, en su último viaje a Washington, que este año el déficit fiscal sería menor a la meta oficial del 3,2% del producto bruto, por lo que nadie se sorprendió mucho por el nuevo objetivo, aunque si se valoró que, ahora, sea una meta formal.
El futuro quedó envuelto en una nueva incertidumbre. La crisis dejó nuevas dudas, y puede terminar de forzar un recálculo de los pronósticos de crecimiento e inflación para el resto del año, que, a su vez, pueden complicar el cumplimiento de la nueva meta fiscal.
"El otro tema es cuándo empezás a bajar la tasa –remarcó una de las fuentes–, pero ese el problema de mañana, no el de hoy".
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