Aprender unos de otros
Promover la unidad en la diversidad continúa siendo un axioma impostergable para una humanidad en crisis.
Uno de los terrenos en los cuales tradicionalmente parecería más complicado derribar las barreras y los desacuerdos es el religioso. Desde las raíces históricas de las grandes religiones, se tiende a creer que puede haber más motivos para el enfrentamiento que para el encuentro. Al punto de que los fanatismos son un mal que enluta a sociedades enteras.
Afortunadamente, imbuidos de una fe profunda, numerosos líderes del mundo han sabido encontrarse y fomentar un sano y necesario espíritu superador. Pensemos en el último viaje pastoral del Papa Francisco a Irak, por ejemplo, dirigido a tender puentes con el islam.
“De la cena de pesaj a la eucaristía” fue el nombre que recibió un encuentro virtual en el que participaron 40 líderes judíos junto a obispos católicos del continente latinoamericano. Entre los participantes, además de autoridades del Congreso Judío Latinoamericano, estuvieron monseñor Oscar Ojea, presidente de la Conferencia Episcopal Argentina; el cardenal Odilio Scherer, arzobispo de San Pablo; el cardenal Pedro Barreto, arzobispo de Huanacayo; y el cardenal Celestino Aós, arzobispo de Santiago de Chile.
De cara a estas Pascuas, ambas tradiciones resaltaron los cauces comunes. “Es importante en estos tiempos aprender el uno del otro”, reconocía Claudio Epelman, director ejecutivo del Congreso Judío Latinoamericano, dando el ejemplo del pan ácimo y el vino de la cena de Pesaj que la tradición católica recogió bajo la forma de la hostia y el vino eucarístico.
Vale la pena destacar que ambas festividades devuelven a los feligreses una dimensión esperanzadora, sea desde los mandatos evangélicos o desde la Torá, según unos y otros, en busca del sentido de nuestra existencia y la consecución de una paz universal.
Entre nosotros, hemos reiteradamente celebrado la ejemplar tarea que hace años se realiza en nuestro país desde el Diálogo Interreligioso. Ponerse en el lugar del otro no es sencillo, pero es un primer paso para comprender que las diferencias pueden ser el punto de partida de una reflexión enriquecedora que potencie lo mejor de cada uno. Mientras apostar a las diferencias nos deja peligrosamente al borde del abismo y a merced de quienes se aprovechan de las grietas, la riqueza del encuentro nos mueve a construir puentes y a avanzar juntos. Una vez más, las religiones nos brindan un ejemplo sobre las herramientas que debemos potenciar para construir juntos un futuro mejor.