Bochornos reales
En 2014, en su primer discurso como rey de España, Felipe VI rendía un homenaje de gratitud a su padre y describía aquel reinado como "excepcional" con "un legado político extraordinario". Destacaba también que la corona debía observar una conducta "íntegra, honesta y transparente" para contar con la autoridad moral que demanda el ejercicio de sus funciones.
Para entonces, el heredero del trono comenzaba a recibir presiones para que tomara posición respecto de cuestionables procederes de su padre. A los amoríos, cacerías y demás trofeos de Juan Carlos de Borbón se sumaron informes sobre cantidades millonarias de dinero no declarado y de dudoso origen que llevaron a considerar si no debían serle retirados los títulos honoríficos vitalicios que recibió antes de su abdicación, cuando perdió su inmunidad y que le significaría poder quedar procesado por actos perpetrados solo a partir de entonces. Ante investigaciones abiertas por fiscales suizos y españoles sobre opacas cuentas, hubo quienes exigieron incluso su expulsión de la casa real. Por lo pronto, en marzo último, Felipe VI le retiró la abultada retribución anual que le asignaba el presupuesto del Estado a su padre.
A la espera de que las aguas se aquieten y en un afán de facilitar el ejercicio de las funciones al monarca, el rey emérito ha elegido abandonar España. Las reacciones han sido diversas. Relevamientos realizados por el promonárquico periódico ABC dieron cuenta de que un 68% de los españoles no apoya la decisión de Juan Carlos. En sus comienzos, la valiosa contribución del rey que siguió a la muerte del dictador Francisco Franco fue clave para el afianzamiento de las instituciones en un país que recuperaba la democracia.
El caso Nóos puso en el banquillo a Iñaki Urdangarin, yerno del entonces rey, mientras este salía de caza por África. Hoy se busca establecer el origen de un depósito de 2008, por 100 millones de dólares, que el rey emérito habría recibido en una cuenta suiza. Se especula que corresponderían a sobornos pagados por el entonces rey de Arabia Saudita, ligados a la construcción de un tren de alta velocidad concretado por un consorcio español, y que habrían sido transferidos a una antigua amante de Juan Carlos para su ocultamiento.
Cualquier indicio de procederes corruptos y contrarios a la dignidad que un cargo público impone respetar será siempre justamente cuestionado. No difiere la actitud ciudadana a la hora de juzgar el comportamiento de quienes ocupan lugares de poder en distintas formas de gobierno. "¿No sabes que los reyes tienen las manos muy largas?", diría el poeta romano Ovidio. Cuando la corrupción reina, el papel de la Justicia se agiganta. Afortunadamente, no hay por el momento propuestas de reformas judiciales en España que puedan distraer esfuerzos y contribuir a consagrar cualquier forma de impunidad. Una Justicia íntegra e independiente tendrá siempre la última palabra.