Calor extremo
El año pasado será recordado no solo como el año de la pandemia de coronavirus, sino como uno de los tres más calurosos en más de un siglo y medio de medición científica de las temperaturas, según advirtió recientemente la Organización Meteorológica Mundial (OMM). De acuerdo con los cálculos del organismo, la temperatura media mundial habrá sido en 2020 hasta 1,2°C superior a la de los niveles preindustriales (1850-1900), una cifra similar a la de 2019, solo superada en 2016, el año más caluroso de la historia, en el que el fenómeno de El Niño (un hecho meteorológico que se genera por el calentamiento de las aguas y que trastoca periódicamente el clima del planeta) contribuyó a un aumento de temperatura.
Hasta el momento, los datos son preliminares. Los resultados definitivos se conocerán durante el mes próximo, cuando se confirmará si 2020 fue el segundo o el tercer año más caluroso de la historia moderna, ya que actualmente está prácticamente empatado con 2019. Los datos seguramente confirman, además, que la década que acaba de concluir ha sido la más cálida de la que se tiene registro.
El reporte de la agencia meteorológica indica también que el calentamiento global se está agravando. La alta temperatura media de 2020 se registró a pesar de que se dio el fenómeno llamado La Niña, que suele conllevar un enfriamiento de las temperaturas, y pese a que la pandemia de Covid-19 tuvo entre sus consecuencias una fuerte reducción de actividades de lo más diversas en casi todo el mundo como, por ejemplo, la drástica disminución del tránsito aéreo y la escasa producción industrial ante el enorme parate general registrado como producto del aislamiento sanitario.
La región donde el calentamiento global fue más patente durante 2020 fue el norte de Asia, en particular en el Ártico siberiano. Allí las temperaturas promedio superaron en más de 5 grados la media registrada entre 1981 y 2010. Ejemplo de ello fue que el 20 de junio del año último se registró en la localidad rusa de Verkhoyansk, uno de los lugares más fríos del mundo, la temperatura más alta de la historia en el Círculo Polar Ártico: 38°C, una situación que contribuyó a que Siberia sufriera los peores incendios forestales de los últimos 18 años.
Por otro lado, y alimentados por el calor extremo, la temporada de incendios que afectó amplias zonas de Australia, Siberia, el sur de la costa oeste de Estados Unidos y América del Sur fue la más virulenta también a lo largo de todo ese período.
Según expresó el secretario general de la OMM, Petteri Taalas, las inundaciones en algunas regiones de África y del sudeste asiático provocaron desplazamientos masivos de población y aumentaron el riesgo de hambruna en millones de personas.
El secretario general de la Organización de la Naciones Unidas (ONU), Antonio Guterres, por su parte, fue categórico. "El equilibrio del planeta está en guerra. La humanidad está en guerra contra la naturaleza, esto es suicida".
A pesar de las consecuencias visibles en todo el mundo, como sequías o inundaciones, deshielo de los polos, incremento del nivel del mar o drásticos cambios en los patrones de lluvias, hasta ahora no pudo llegarse a un acuerdo porque los grandes países emisores de mayor cantidad de gases que producen el efecto invernadero no mostraron la voluntad firme y rápida de actuar contra el calentamiento global.
El desafío es enorme. A pesar de las promesas de la comunidad internacional en el Acuerdo de París para frenar el calentamiento global, el mundo está camino de alcanzar una suba de temperatura de más de 3°C en promedio, una situación que ya está empezando a sobrecargar tormentas, olas de calor y a producir un desastroso aumento del nivel del mar.
La emergencia climática responde a un problema global, por lo que se requiere imperativamente un esfuerzo mancomunado multilateral, dejando ideologías de lado y actuando para frenar la tendencia de ascensos de temperaturas que ya es inocultable.