Conectividad, brecha educativa y recuperación de clases
El derecho de enseñar y de aprender se lesiona fuertemente cuando no se equiparan las oportunidades y se entorpecen acciones por intereses políticos
Las aulas virtuales representan un gran esfuerzo tanto para el sistema educativo como para las familias que deben sostener la rutina pedagógica de niños y adolescentes. Sin embargo, el acceso a los contenidos no se da de un modo uniforme en todo el territorio nacional. Esto no solo es el resultado de una conectividad ineficiente en ciertas regiones, sino también del poco equipamiento con que cuentan algunos establecimientos escolares y muchas familias.
Lamentablemente, a ello se suman deplorables pujas de poder político como la que ha quedado expuesta con la decisión del gobierno nacional de impedirle a la ciudad de Buenos Aires retomar desde la semana próxima las clases presenciales en escuelas para unos 6500 alumnos del distrito que han perdido o nunca tuvieron conectividad suficiente para estudiar a distancia. El gobierno porteño había programado un plan para que esos chicos pudieran recuperar las clases perdidas y el vital contacto con sus docentes. Se dispusieron protocolos y guías precisas para evitar contagios, pero parece no ser suficiente. Durante una reunión virtual con gremios, asociaciones y padres, el ministro de Educación de la Nación, Nicolás Trotta, habló de diferencias entre "ellos" (las autoridades de la Capital) y "nosotros", el gobierno nacional. Ninguna diferencia que, con voluntad superadora, buen tino y pensando en los alumnos no se pudiera resolver.
Paradójicamente, la respuesta, netamente política, de la autoridad educativa nacional choca contra estadísticas propias de esa área, que arrojaron que si bien el 95% de los hogares recibió una propuesta pedagógica durante el período de cuarentena, esto no fue suficiente para asegurar la igualdad de oportunidades, según lo consignado por la Evaluación Nacional del Proceso de Continuidad Pedagógica, elaborada con la participación de 5387 directoras y directores de nivel inicial, primario y secundario, y los integrantes de 2658 hogares.
Menos de la mitad de los hogares cuenta con acceso de buena calidad a internet y 3 de cada 10 directamente carecen de él. De estos últimos, el 27% accede solo por datos del celular y el 3% no tiene internet de ningún tipo. A esto hay que agregar que en los hogares con internet fija, la tercera parte refiere tener problemas con la señal.
Además del desafío de la conectividad, más de la mitad de los hogares (53%) no cuenta con una computadora liberada para uso educativo, con un piso tecnológico de los hogares que asisten a escuelas del sector privado que duplica al de los que asisten al sector estatal. "La dotación de recursos tecnológicos para sostener la actividad educativa en los hogares es desigual según la condición económica y las regiones del país. Las brechas de acceso a una computadora en el hogar, por ejemplo, alcanzan los 20 puntos porcentuales entre las regiones del país con mayor nivel de acceso (AMBA y la Patagonia, 62%) y aquellas cuyos hogares tienen la dotación menor (NEA y NOA, 41%)", según informa la evaluación de la cartera educativa nacional.
Esta disparidad también afecta a los equipos directivos: el 79% indicó que directores y docentes tenían limitaciones de conectividad y un 66% identificó problemas con el equipamiento.
Entre las familias beneficiarias de la Asignación Universal por Hijo (AUH) la brecha se profundiza aún más, pues el 28% no tiene internet y el 53% estudia sin computadora, datos que se desprenden de la Encuesta de Percepción y Actitudes de la Población, que Unicef Argentina llevó adelante con el apoyo del Ministerio de Desarrollo Social y el Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales.
Surge del mismo estudio que solo el 25% recibe contacto para monitorear la situación de las familias, planteando las falencias para garantizar el bienestar y la contención remota a los alumnos.
De acuerdo con un informe presentado por el Observatorio Argentinos por la Educación, solo el 51% de las escuelas primarias estatales mantienen contacto diario con los alumnos durante la cuarentena. El dato positivo es que 9 de cada 10 se comunican una vez a la semana de alguna forma, siendo que 4 de cada 5 escuelas estatales no ofrecen clases virtuales en vivo.
Esto se confirma con los resultados de la evaluación nacional. En todos los casos analizados, quienes están a cargo de la dirección de las escuelas privadas manifiestan una mayor frecuencia de comunicación con el estudiantado en comparación con las escuelas de gestión estatal. Lo mismo sucede entre las urbanas respecto de las rurales.
En una entrevista publicada en LA NACION, el pedagogo Mariano Narodowski destacó que ante la inesperada situación sanitaria el sistema educativo respondió incluso por encima de sus posibilidades, con rapidez y sacando ventaja del compromiso de los docentes.
Los números evidencian una distribución poco equitativa de los recursos, que confirma que la educación sigue siendo un derecho vulnerado para gran parte de la niñez argentina. Si previo a la pandemia no bastaba con la asistencia a clases, menos alcanza hoy con hacerle llegar un cuadernillo lleno de ejercicios a un alumno para contactarlo menos de una vez por semana.
Estamos delante de otra grieta en la que todos perdemos, pero más pierden los niños y adolescentes a quienes no se les respeta su desarrollo y formación. De nada sirve seguir malgastando energía en discutir para atrás; hoy es imperativo refundar el pacto que establece la Constitución nacional: todos tenemos derecho a enseñar y a aprender, pero esa educación debe ser de igual calidad y con una mirada al futuro en la que se equiparen las oportunidades para cada habitante de nuestro suelo.
No quedan dudas de que la pandemia dejó expuestas y vio crecer enormes brechas educativas.
Resulta condenable que se le niegue a un distrito que ha cumplido con las exigencias y protocolos que exige el tratamiento de la pandemia intentar subsanar cuanto antes esa enorme desigualdad.