Desafortunadas decisiones
La resolución del exjefe de la Armada almirante Marcelo Srur suspendiendo apresurada e infundadamente a dos altos oficiales superiores como consecuencia de la tragedia del ARA San Juan ha generado reacciones y preocupación. Se trata del comandante de la Fuerza de Submarinos, capitán de navío Claudio Villamide, y del contralmirante Luis López Mazzeo, respetado oficial que venía destacándose en la conducción y cuyo nombre sonaba en todos los ámbitos políticos y castrenses como el elegido para suceder a Srur.
Como se recordará, el expediente disciplinario tuvo un trámite ostensiblemente irregular. Se modificaron las listas preestablecidas de auditores para designar al oficial a cargo de la instrucción del sumario y se designaron dos peritos submarinistas que debían expedirse, por considerar que su asesoramiento técnico revestía "trascendental importancia". No obstante, los oficiales navales fueron suspendidos sin que los expertos hubieran podido siquiera ver el expediente.
La abrupta e inesperada decisión de las suspensiones se basó en los resultados de una inspección antigua y desactualizada, ignorando que desde su última patrulla, el Arsenal Naval Mar del Plata completó en el submarino San Juan 17 obras correctivas que motivaron la calificación de aptitud operativa de 4,25 sobre 5 puntos por parte de su propio comandante, el capitán de fragata Fernández, única autoridad para determinar la aptitud de navegabilidad de la nave a su cargo, según los reglamentos navales. Llama poderosamente la atención que la decisión se haya tomado cuando todavía no había -ni las hay hoy día a ciencia cierta razones que permitan explicar la desaparición del ARA San Juan y sin que se haya expedido ninguna comisión de expertos acerca de las posibles causas de la tragedia.
El ministro de Defensa, Oscar Aguad , quien con razón había solicitado el pase a retiro de Srur, le envió al entonces jefe de la Armada una nota el 13 de diciembre pasado haciéndole saber las deficiencias y omisiones que podrían generar la nulidad de lo actuado. La respuesta de Srur, desechando todas las observaciones, no se hizo esperar, ya que ese mismo día rechazó la nota del ministro.
La desafortunada e inoportuna decisión de la citada suspensión produjo inquietud y hasta indignación en la fuerza, enteramente abocada como estaba al gigantesco operativo de búsqueda y rescate de sus camaradas.
La conducta asumida por Srur le asestó a la Armada un severo daño institucional, echando por la borda valores y principios como los de autoridad, lealtad, coraje y camaradería, que inculcaron marinos de la talla de Guillermo Brown, Luis Piedrabuena o Hipólito Bouchard, y que se fueron transmitiendo a las sucesivas promociones, con la esperanza de que vuelvan a distinguir a la Marina y a todos sus integrantes.
Confiamos, conforme a la promesa del presidente de la Nación, que haya una investigación seria, profesional y responsable, en lugar de apresuradas decisiones como las que comentamos, que parecieran estar más inspiradas por intereses personales que nada tienen que ver con la búsqueda de la verdad, única respuesta que se espera de quienes tienen a su cargo las investigaciones.