Diálogo interreligioso, un ejemplo para el mundo
Los integrantes del grupo de 45 argentinos que visitaron Tierra Santa llevaron a esa región el mensaje de paz y armonía entre religiones que siempre impulsó Bergoglio
La confirmación del Santo Padre de su viaje a Tierra Santa para mayo próximo, hecha en la reciente entrevista concedida al diario italiano Corriere della Sera, es una prueba más de que Francisco privilegia para su actual tarea pastoral el diálogo interreligioso. En realidad, no es nada muy distinto de lo que Jorge Bergoglio hacía cuando era arzobispo de Buenos Aires, aunque en esa época esto pasara más inadvertido para la sociedad y, sobre todo, para muchos dirigentes políticos argentinos.
"El camino de la unidad implica sobre todo caminar y trabajar juntos", no se cansa de repetir Francisco, con éstas u otras palabras semejantes. Y como buen pastor que es enseña con el ejemplo. Lo saben todos los participantes de las reuniones hechas ya desde el comienzo de su papado -una actitud que también tuvo su antecesor, Benedicto XVI- con representantes de confesiones cristianas y representantes judíos y musulmanes ante los que se comprometió a continuar el camino del acercamiento interreligioso, promesa que ha ido cumpliendo en todo este tiempo que lleva como Papa.
El ejemplo más reciente fue cuando, a fines de febrero pasado, en la residencia de Santa Marta en la que se aloja Su Santidad, recibió al grupo de los 45 argentinos que habían participado de un inédito viaje interreligioso a Tierra Santa.
Identificados con las tres principales confesiones -católica, judía y musulmana-, y con el ánimo de mostrar al mundo esta vocación aperturista, nuestros compatriotas fueron a una de las zonas más conflictivas del mundo a llevar un mensaje de paz y armonía, las que reinaron entre ellos durante todo el viaje.
Organizado por el Instituto del Diálogo Interreligioso de la Argentina, que presiden el rabino Daniel Goldman, el islámico Omar Aboud y el sacerdote católico Guillermo Marcó, este peregrinaje llevó a otras tierras un producto genuino de la argentinidad, esa que tan bien puede representarnos afuera y que tantas veces nos olvidamos de destacar puertas adentro de nuestro propio país.
La delegación incluyó a representantes de comunidades religiosas, pero también a empresarios y dirigentes políticos de distintas líneas ideológicas. Sin embargo, esta vez esa diversidad demostró la riqueza que puede lograrse cuando el objetivo último es el debate en paz para logros superiores. Para muchos de los que participaron -algunos ni siquiera se conocían entre ellos- significó una experiencia fundadora: la de comprender cómo las barreras y las diferencias pueden caer gracias al diálogo y a la búsqueda de similitudes, que no faltan; por el contrario, abundan y ésa es también la fuerza que nutre a estos grupos y los impulsa a continuar.
Quienes conocen a Jorge Bergoglio desde sus años en la Argentina no se sienten extrañados, porque su concepción de la tarea pastoral no ha cambiado; antes bien, se ha acentuado ahora que es Papa y tiene la responsabilidad y el poder de conducir a una grey multitudinaria. Su compromiso social y su espíritu ecuménico se han profundizado aún más, y eso es lo que muestra al mundo: el equilibrio, la sensatez de todos los días y el intercambio riquísimo que surge del diálogo con todos.
Su sencillez en la expresión de verdades y valores profundos, esa que lo caracteriza y que tanta adhesión despierta en todo el mundo, es la sencillez del maestro que está seguro de su sabiduría y de cuál es la mejor forma de compartirla con los discípulos.
Para Francisco, la esperanza es activa, es el paso necesario para construir todos los días y con todos la paz. Su opción por los pobres y la igualdad, como San Francisco de Asís, ha sido el primer paso de este camino lleno de luz, que quiere transmitir al resto del mundo.
Es de esperar ahora que este mensaje del Papa sea oído más allá de la propia Iglesia Católica y de otras confesiones como la judía y la musulmana. Que sea oído, también, por todos los dirigentes políticos del mundo, para que ellos también quieran dialogar, porque hoy, más que nunca, es lo que se necesita.