Donemos alimentos
Cuando el hambre y la pobreza golpean duro en la Argentina, vale la pena reiterar que en nuestro país se tiran a la basura 16 millones de toneladas de alimentos por año, unos 38 kilos por persona. Las cifras, por demás impactantes, pueden traducirse también en la posibilidad perdida de alimentar a 24 millones de personas. Lo que a muchos sobra a otros les falta. Los números impresionan aún más si se extrapolan a nivel global. Bajar estos volúmenes supone esfuerzos mundiales y medidas colectivas.
Reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos es una de las metas más importantes de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Desde la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en asociación con gobiernos, organizaciones internacionales, empresas y sociedad civil, se busca crear conciencia sobre estos problemas y encarar acciones. Una de sus campañas es "Haz del #NoDesperdicio de comida un propósito personal", que brinda consejos prácticos para convertirnos en héroes del sector alimentario.
A nivel local, la Secretaría de Alimentos, Bioeconomía y Desarrollo Regional, del Ministerio de Agricultura, implementa el Programa Nacional de Reducción de Pérdida y Desperdicio de Alimento. La producción siempre conlleva un desperdicio y el esfuerzo de cada vez más empresas por reducirlo es sumamente valioso. Se estima que se trata de un 13% de lo producido. También se busca optimizar la manipulación y la logística de frutas y verduras.
La Red Argentina de Bancos de Alimentos (RBdA) recibe todos los que son aptos para el consumo humano, aunque puedan haber perdido su valor comercial, y los distribuye a través de organizaciones sociales en 25 ciudades argentinas. En 20 años de trabajo han rescatado unos 59 millones de kilos de alimentos. Desde la institución describen que la realidad de la pandemia ha agravado una situación que ya era preocupante, activando favorablemente una mayor toma de conciencia por parte de la población respecto del desperdicio. Donde antes las organizaciones de la sociedad civil alimentaban a un niño, hoy alimentan a toda la familia, según explican desde la ONG, en la cual estiman un aumento del 66% en la demanda en Buenos Aires.
En marzo pasado se produjo el rescate humanitario de alimentos más importante de la historia de la RBdA: más de 10 millones de kilos de papas de McCain que iban a ir al descarte por no poder almacenarse ante la paralización de actividades en pandemia. En 4 meses, con la ayuda de más de 5000 personas, 432 camiones trasladaron la producción desde Balcarce a 16 provincias argentinas. Un valioso ejemplo que confirma que las crisis son también oportunidades.
Con las condiciones impuestas por la cuarentena, la RBdA lanzó un convocatoria para que quedarse en casa sea posible y las compras virtuales de alimentos a través de la plataforma facilitaron las donaciones.
Como sociedad debemos acatar el distanciamiento social dispuesto, pero no podemos desentendernos de la realidad de muchas familias que sufren hambre. Cada $450 donados ayudan a alimentar a 13 niños. Todos podemos sumarnos a la colecta: elegir el producto o el combo y, con un simple clic, hacer que lleguen a una organización social para su distribución. Lo que antes pasaba de mano en mano hoy sigue un circuito de corazón a corazón. No debemos quedar fuera de esta red de generosidad que con eficiencia y responsabilidad atiende las necesidades de miles de compatriotas en emergencia alimentaria.