El Brexit, en etapa crucial
Hace más de tres años que el debate público y mediático británico está dominado por el tema del Brexit, en una sociedad polarizada entre los que quieren seguir en la Unión Europea (UE) a través de un nuevo referendo y los que quieren salir cuanto antes del bloque europeo, con acuerdo o sin él.
La dirigencia política de la más antigua democracia parlamentaria del continente europeo no ha podido ni ha sabido gestionar el mandato que los votantes británicos impartieron en el referendo de junio de 2016 para que el Reino Unido abandone la Unión Europea.
Hasta tres acuerdos llegó a negociar la primera ministra Theresa May con la Comisión Europea. A los tres los sometió a votación en su Parlamento y en los tres fue derrotada. La primera votación le acarreó la peor derrota parlamentaria a un gobierno británico: 432 votos en contra. Las consecuencias no fueron solo el aplazamiento de las fechas previstas para la salida de la UE, sino también las tormentas políticas internas, que finalmente culminaron con la renuncia de May.
Ante este escenario, la salida de la primera ministra lo único que logra por ahora es extender la novela del Brexit a unos capítulos más dramáticos y con un final que apremia porque el tiempo se agota y la UE ha enviado señales claras de que no habrá nuevas concesiones.
En las últimas horas, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, de visita en Gran Bretaña por los actos de conmemoración del 75º aniversario del desembarco aliado en las costas francesas, en la localidad de Portsmouth, se reunió con May. Sin dudas, fue en el peor momento de situación de la funcionaria saliente. Lejos de demostrar que conocía esos hechos, Trump alentó un Brexit duro y sin acuerdo y prometió "un fenomenal tratado" comercial entre Gran Bretaña y su país. Nada que implicara acercar un poco de calma y claridad a un asunto que tiene tan sensibilizados a los británicos.
La realidad es que, sea quien fuere, el sucesor o sucesora de Theresa May se encontrará con la misión prácticamente imposible de renegociar un Brexit que al cabo de tres años solo ha mostrado las posiciones irreconciliables en el Parlamento británico. La Unión Europea advirtió que no tiene ninguna intención de modificar una sola coma del último de los acuerdos, así que las opciones se reducen.
El comienzo del problema alrededor del referendo que votó a favor del Brexit estuvo en la campaña de mentiras con que los enemigos de permanecer en la UE lograron engañar a buena parte de la población, al presentar cifras adulteradas o inventadas sobre lo que al Reino Unido le costaba pertenecer a la UE y así obtener una pequeña mayoría del voto popular en esa consulta.
Lo que los ingleses seguramente han aprendido en estos años de duras negociaciones es que pertenecer a la UE tiene costos y sacrifica algunos aspectos de la soberanía nacional, pero que salirse de ella es mucho más costoso y va a agravar notablemente los problemas de su país.