El brutal poder del narcotráfico
El asesinato en Colombia del fiscal paraguayo especializado en crimen organizado, Marcelo Pecci, confirma que los grupos criminales no reconocen ni límites ni fronteras y tienen toda la intención de cobrarse las vidas que se les opongan hasta imponer exitosamente el imperio criminal que llevan tiempo construyendo con total impunidad.
La audacia del atentado, que no pudo realizarse sin una precisa planificación, contó con sicarios profesionales y un grado de sofisticación que debe advertir y alertar a las fuerzas de seguridad, jueces y fiscales y agencias de inteligencia para que actúen coordinadamente tanto en el ámbito nacional como internacional.
El fiscal brutalmente asesinado había participado en una de las operaciones más relevantes en la lucha contra el narcotráfico en Paraguay y, junto con un grupo de fuerzas especiales, se adentró con éxito en el mundo de la mafia paraguaya.
Se trató de la operación denominada A Ultranza Py, cuya ejecución posibilitó la realización de 12 allanamientos en los que se decomisaron 20 autos de alta gama, nueve aeronaves, varios inmuebles y embarcaciones, todos pertenecientes a grupos de narcos que exportaban cocaína desde Colombia hacia Europa, pero que hacían su paso por Paraguay.
La expansión del narcotráfico, en especial en la ciudad de Rosario y en otras localidades santafesinas, no solo conlleva un problema sanitario y social para aquellos que han caído en las garras de la drogadicción, sino que ha agravado significativamente los problemas de inseguridad en esa provincia.
Resulta cada vez más evidente que el crimen organizado ha encontrado una tierra fértil para crecer en aquellos sectores de la sociedad con latentes necesidades en educación, salud y acompañamiento social. Las recientes noticias que dieron cuenta de que la organización criminal denominada Los Monos repartía cajas con víveres de un plan municipal y la existencia de un comedor para unas cien personas por día es una prueba contundente de la penetración que ha tenido el narcotráfico en nuestro territorio.
Resulta preocupante advertir los múltiples problemas que existen para combatir eficazmente al crimen organizado como, por ejemplo, la escasez presupuestaria, la falta de una capacitación y equipamiento adecuado por parte de las fuerzas de seguridad, la existencia de dudosas decisiones judiciales, la desidia, la ineficiencia, la complacencia y hasta la complicidad de algunos integrantes de las filas policiales.
Lo sucedido con el fiscal Pecci es una contundente alerta que no debe ni puede desatenderse. Las organizaciones criminales exhiben una logística y un nivel de coordinación especializado que, en muchos casos, supera la que tienen los Estados. Las autoridades nacionales, provinciales y municipales deben estar en guardia frente a la intensa penetración del narcotráfico en la vida política, económica y social, y actuar decidida y enérgicamente antes de que sea demasiado tarde.