El éxodo de nuestros talentos tecnológicos
El desafío del coronavirus nos enseña el papel central que juega la industria del conocimiento y la importancia de evitar la fuga del país de sus profesionales
Si el Covid-19 nos ha dejado algo de positivo es que evidenció las vulnerabilidades de los sistemas y nos deja hacia el futuro la oportunidad de trabajar con ellas para robustecer nuestro entramado social y económico. La experiencia de varios países asiáticos en la lucha contra la pandemia ha puesto de relieve el papel clave de los expertos en tecnología informática y en big data, por ejemplo.
La necesidad de recurrir a la tecnología para garantizar servicios, dejó en claro el relevante papel que desempeñan los talentos tecnológicos (IT) para mantener en funcionamiento una gran porción de la estructura del país. Sin embargo, estos profesionales son los que, llamados por oportunidades económicas más ventajosas, están optando por exportar sus servicios y, hasta hace unos pocos días, incluso preferían el éxodo a destinos más alentadores en cuanto a calidad de vida.
Un informe de la consultora en recursos humanos Randstad revela que, durante el tercer trimestre de 2019, el 84% de los trabajadores argentinos estaba dispuesto a reubicarse en otro país para mejorar su carrera y el equilibrio entre su vida personal y la profesional. Aunque el número parece abrumador, el estudio, que incluía la opinión de talentos de 34 países, devela que esto mismo deseaba el 64% de todos los consultados. Y estas cifras crecen cuando se habla de los profesionales IT, que, ya de por sí, son escasos a nivel mundial.
En el marco de una economía devaluada, muchos trabajadores de la economía del conocimiento prefieren, aunque sigan residiendo en la Argentina, vender sus servicios a empresas extranjeras, generando que las compañías locales tengan que salir a competir en pesos contra pares que pagan en dólares. Sabemos lo que esa diferencia significa para un trabajador del país, incluso cuando sus ingresos se pesifican al ingresarlos al sistema bancario local.
De este modo, las firmas argentinas ven cómo talentos que son claves para ingresar en un proceso de innovación y digitalización se vuelven cada vez más inalcanzables. Al mismo tiempo, no es factible negarles a esos trabajadores la oportunidad de mejoras que significa posar la mirada en otros horizontes. Es por eso que, meses atrás, se celebró la aprobación de la ley de la economía del conocimiento, que fue suspendida por el actual gobierno. Si bien su propuesta de modificación de la norma ya fue presentada, la emergencia actual fue atrasando su tratamiento.
Con pleno empleo, el sector de los trabajadores IT vive una realidad muy distante de la que experimenta la mayoría de los empleados de las otras industrias. Por eso se impone la necesidad de generar políticas para retenerlos. Su conocimiento es un aporte esencial para el crecimiento del país.
Para lograr esto, es necesaria una decisión de parte del Estado que, así como se busca valorar y recompensar a los científicos, les dé a los talentos de la industria tecnológica un lugar en el que puedan desarrollarse e intentar igualar las condiciones que el mercado global les ofrece.
No hay país posible, y tampoco existe crecimiento, cuando sus cerebros se escapan fronteras afuera, ya sea de modo virtual o físico. No hay proyecto viable para todos los argentinos si no se potencia una industria local, diversa y potente, con condiciones que la formen y la vuelvan competitiva puertas adentro, pero que también la obliguen a mirar primero al mercado interno.
El Covid-19 puso en jaque a la economía mundial y obliga a repensarla. Por eso es preciso fortalecer nuestro sistema productivo y, en esta tarea, la industria del conocimiento juega un papel central. ¿Estamos dispuestos a dejar ir a nuestros mejores técnicos? Hoy, más que nunca, debemos posar la mirada en nuestros profesionales de la tecnología, porque serán ellos, junto a los científicos, quienes puedan elaborar y ejecutar las respuestas que el futuro demanda.