El futuro de Recrear
Las autoridades nacionales del partido Recrear, que lidera Ricardo López Murphy, y en el cual algunos sectores deseosos de una nueva política cifran esperanzas, decidieron intervenir la agrupación en la Ciudad de Buenos Aires y suspender las elecciones internas previstas para el domingo último en el distrito porteño. Se trata de un hecho que debe lamentarse en tanto implica un retroceso y una postergación en la estructuración de las autoridades definitivas de ese partido.
De acuerdo con la fuente que se trate, la decisión mencionada se originó en la falta de debate y la escasa información en poder de los afiliados sobre el acto electoral, o bien, y esto es lo grave para la democracia interna del partido, en la suposición de una de las líneas internas de que sería derrotada en el comicio.
Este tipo de maniobras y la aparente falta de transparencia y fundamentos suficientes para decretar la intervención, conducen sólo a generar desánimo en quienes aspiran a ver renovada la política argentina y conformados los cuadros partidarios con afiliados auténticamente preocupados por brindar su aporte sincero a la gestión del bien común, cualquiera fuere la posición que les toque ocupar.
Entre los dos sectores internos que se aprestaban a competir electoralmente hubo largas negociaciones previas con el fin de acordar una lista de unidad, sin que éstas llegaran a buen puerto. Tras este fracaso, López Murphy optó por solicitar a la Junta Promotora del partido la intervención del distrito y designar un responsable de la normalización, con la aparente intención de convocar a elecciones en el término de 60 días.
Los partidos políticos son, en tanto ejes de la democracia representativa, un pilar insustituible en una República. Debería ser un compromiso de toda su dirigencia la búsqueda de la mayor transparencia posible y el respeto de los mecanismos democráticos internos.
Los partidos nuevos, en este caso Recrear, tienen un largo y arduo camino por delante. Su crecimiento dependerá, en buena medida, de cómo sus dirigentes preserven la agrupación de los vicios de los partidos tradicionales y constituyan una fuerza abierta a las inquietudes de los ciudadanos independientes y alejada de las peores prácticas de la política argentina. Para que la sociedad tenga esa percepción, los nuevos partidos no solamente deberán ser distintos, sino también parecerlo.
El fracaso de este proceso electoral enciende, sin dudas, una señal de alerta. Si se iba a llegar a la contienda electoral sin la suficiente información para los votantes, los dirigentes deberán admitir que son ellos los únicos responsables de esa situación. Si la razón de la intervención hubiese sido favorecer a uno de los sectores en detrimento del otro, ello sería más grave: la democracia interna habría sido vulnerada.
Como sabiamente sostenía Churchill, refiriéndose a los partidos políticos: "Es paradójico que en el seno de las instituciones más necesarias para el funcionamiento democrático, es, por lo general, donde menos se practica la democracia".
Cabe esperar que el internismo salvaje que han sufrido otras agrupaciones políticas no cunda en esta nueva fuerza, y que cuanto antes se enmienden los errores comentados.