El lento pero efectivo camino de los consensos
El delicado presente económico y los temores hacia el futuro obligan a nuestros líderes a cuidar sus dichos y a avanzar hacia acuerdos duraderos
En el contexto de la delicada situación socioeconómica y financiera que afronta la Argentina, la prudencia en las declaraciones y la responsabilidad en la búsqueda de consensos se han transformado hoy en los atributos prioritarios que deberían exhibir nuestros líderes políticos, tanto del oficialismo como de la oposición.
La existencia de un canal abierto -al menos, por la vía telefónica hasta ahora- entre Mauricio Macri y Alberto Fernández no deja de ser una de las mejores señales de la necesaria madurez que se impone en las presentes circunstancias. Aun cuando esas conversaciones no estén exentas de cierta tensión y de lógicas discrepancias, y pese a que tengan lugar mientras seguimos inmersos en el marco de una competencia electoral en la que ambos pugnan por la presidencia de la Nación, el diálogo siempre habrá de ser fructífero.
En el mismo sentido, debe verse la convocatoria del flamante ministro de Hacienda de la Nación, Hernán Lacunza, a la oposición, para que sus referentes en materia económica mantuvieran reuniones con él y con el equipo económico del Gobierno para intercambiar opiniones sobre la situación actual. Es una forma de abrir una puerta hacia la búsqueda de pequeños, pero siempre valiosos consensos.
No menos valioso resulta el llamado del Foro de Convergencia Empresarial (FCE), que integran más de 50 entidades, a que las fuerzas políticas se esfuercen por lograr acuerdos básicos sobre temas institucionales y económicos, y que los comuniquen a la opinión pública, además de fortalecer las instituciones a fin de proteger los derechos y garantías consagrados en nuestra Constitución.
Con particular acierto, el nuevo ministro sostuvo que tan importante como lo que pueda hacer el Gobierno es lo que esté diciendo la oposición, al anunciar ayer que el Presidente le había solicitado que convocara a los referentes económicos de todas las fuerzas políticas que participarán en las elecciones presidenciales del 27 de octubre, con la idea de que "primero es necesario restaurar la estabilidad y después competir".
Como hemos señalado desde esta columna editorial, el candidato presidencial del Frente de Todos, por haber sido quien más votos obtuvo en las recientes primarias abiertas (PASO), es una de las figuras que más pueden cooperar siendo responsable en sus declaraciones. La entidad y el peso de sus palabras en estos momentos deben llevarlo a extremar los cuidados sobre sus dichos públicos.
Las voces de Lacunza y del titular del Banco Central (BCRA), Guido Sandleris, procuraron llevar algo de tranquilidad a los convulsionados mercados. El primero explicó que se garantizarán las pautas fiscales acordadas para este año con el Fondo Monetario Internacional y se preocupó por asegurar que las medidas paliativas tomadas la semana pasada, junto con las exenciones del IVA a ciertos productos de la canasta básica de alimentos, no pondrán en riesgo el alcance de aquellas metas fiscales.
Los números que dan cuenta de un superávit fiscal primario de 4300 millones de pesos en julio y el hecho de que el acumulado del año muestra un crecimiento de los ingresos en 14 puntos porcentuales por sobre el aumento de los gastos -un justo reconocimiento a la labor de Nicolás Dujovne- hablan de un cumplimiento efectivo de los compromisos con el organismo financiero internacional, cuyos técnicos se preparan para visitar pronto la Argentina y evaluar las metas del acuerdo.
El presidente del BCRA, por su parte, ratificó su objetivo de devolverle estabilidad al mercado cambiario, a la luz de que el actual valor del dólar, que ayer se movió en torno de los 57 pesos en el mercado minorista, resulta más que competitivo para el país, aunque aclaró que no habrá ventas masivas de reservas para intentar bajarle el precio.
Sería del mismo modo una señal tranquilizadora que los candidatos presidenciales, o al menos la mayoría de ellos, suscribieran un compromiso que explicite su voluntad de honrar los compromisos del país en materia de deuda. Y si esto no fuese posible, ayudaría al menos que se eviten las declaraciones demagógicas e irresponsables. Los argentinos, especialmente a partir de la dura experiencia de fines de 2001, tenemos una clara memoria acerca de dónde pueden conducirnos las bravuconadas y las insensateces, como las reivindicaciones de muchos años de descalabros fiscales y de irresponsabilidad en el manejo de los dineros públicos.