¿Existe vida más allá de la Tierra?
El único modo de comprobar si es posible que haya civilizaciones en otros lugares de la galaxia es continuar investigando, buscando y aprendiendo
A mediados de diciembre, la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) lanzará una nueva nave en busca de exoplanetas; es decir, cuerpos celestes que orbiten estrellas más allá del sistema solar. Según los encargados de la misión, Cheops, como se llamará el satélite, iniciará sus observaciones en abril de 2020 y estudiará estos objetos no tanto para descubrir más cantidad, sino para conocer mejor los que ya fueron identificados, que alcanzan la cifra de unos 4000.
Saber cuál es la composición de su atmósfera y cuál su geología, si poseen lunas propias o anillos como los de Saturno, ayudará a especular sobre la posibilidad de que haya vida más allá de la Tierra, una pregunta que fascina a la humanidad desde hace miles de años.
La primera confirmación de la existencia de un exoplaneta se produjo en 1995. Se trató de un gigante gaseoso del que se calcula que tiene la mitad del tamaño de Júpiter. Ejerce un tirón gravitacional tan fuerte sobre su estrella doméstica al recorrer su órbita de cuatro días que el "cabeceo" estelar se divisa desde los telescopios terrestres.
El hallazgo de 51 Pegasi b, como se lo designó, fue la señal de largada para lo que se considera el período clásico de la búsqueda de planetas, que empezó a revelar uno tras otro a estos Júpiter gigantes y rápidos.
Pero, desde entonces hasta hoy, los astrónomos descubrieron que hay por lo menos un exoplaneta en torno de cada estrella de la galaxia. Esto equivale a la increíble suma de mil billones solo en la Vía Láctea. Muchos de ellos se encontrarían en el rango de tamaño de la Tierra.
Llegaron primero de a docenas y, luego, de a cientos. Gracias a las observaciones del satélite Kepler, lanzado por la NASA en 2009, se sabe, por ejemplo, que los planetas pequeños son muy comunes.
Kepler fijó sus ojos en un estrecho parche del cielo en el que hay 150.000 estrellas y lo observó durante cuatro años. Así, logró detectar sutiles pestañeos causados por el tránsito de los planetas entre los astros y la Tierra, que interrumpe la llegada de la luz.
Pero aunque se busca con fruición, todavía no hubo ninguna señal inconfundible de vida extraterrestre. Muchos de los planetas detectados son gigantes gaseosos, o están muy cerca o muy lejos de su estrella como para permitir la vida.
El flamante ganador del Premio Nobel de Física 2019, Michael Mayor -uno de los tres que recibieron tan destacada premiación en su área-, fue reconocido junto a su colega Didier Queloz precisamente por haber descubierto en 1995 aquel primer exoplaneta.
En declaraciones a la prensa, Mayor, de 77 años, profesor emérito de la Universidad de Ginebra, expresó que las estadísticas dicen que "hay miles de millones de planetas en nuestra galaxia, la Vía Láctea" y que "ahora, lo importante es buscar los que están más cerca de nosotros para que podamos captar más fotones y analizar la química de su atmósfera". Sostuvo también que "encontrar vida evolucionada, una civilización, es una pregunta completamente diferente. Es mucho más difícil. Por ahora, no hay forma de responderla", aunque no descartó que la hubiera. Sostuvo que "las posibilidades de que haya vida en el universo son descomunales", opinión que compartimos.
Del mismo modo, el hecho de que no hayamos dado con organismos capaces de replicarse ni en la Tierra ni en la Luna, ni en otros integrantes de nuestra familia cósmica, no quiere decir que sea imposible. Podría ocurrir que las formas más comunes de vida de la galaxia fueran muy diferentes de lo que conocemos. Aún entre aquellos que entienden que la carambola del destino que hizo posible la vida en la Tierra es sumamente infrecuente, se alberga la esperanza de llegar a nuevos descubrimientos que nos sorprendan como lo hizo el hallazgo del primer exoplaneta.
No podemos ser tan soberbios de pensar que somos los únicos en el universo.
El único modo de comprobarlo es continuar imaginando y buscando. Esta es una historia que debe continuar. Es un homenaje que debemos, entre otros, a Carl Sagan, creador del programa de búsqueda de inteligencia extraterrestre.