Francia y el “discurso del odio”
Las autoridades francesas decidieron cerrar por seis meses una mezquita de la ciudad de Beauvais, situada a 100 kilómetros al norte de París. Lo hicieron amparadas en una contundente ley promovida por el presidente Emmanuel Macron para combatir el separatismo islámico.
El fundamento fue que el imán local pronunciaba desde el púlpito sermones considerados “extremistas”, justificando con ellos el fanatismo de los “jihadistas” y calificándolos de “héroes”. Sus palabras eran difundidas luego por redes sociales. Repudiaba también insistentemente a los cristianos, a los judíos y a los homosexuales, además de proclamar la superioridad del derecho islámico por sobre la ley francesa y defender el separatismo.
Antes de tomar la drástica medida, el Poder Ejecutivo galo había conferido al exaltado imán un plazo de diez días para presentar su defensa.
El extremismo islámico que existe en Francia estuvo detrás del asesinato del profesor Samuel Paty en las afueras de París y de los ataques incendiarios a la Catedral de Nantes, ocurridos en 2020.
Sobre una población de 67 millones, se calcula que entre 5 y 6 millones son musulmanes, practicantes y no practicantes, la segunda religión del país y la comunidad más importante de Europa. El choque entre islamistas moderados y radicales aparece inevitable.
Las autoridades francesas han ya investigado específicamente a unas 100 mezquitas en las que entendieron que se emitían discursos en los que se propiciaba el uso de la violencia por razones religiosas.
En un país en el que más de 2600 mezquitas congregan fieles la medida no parece ser suficiente cuando ya una veintena permanecen cerradas, sospechadas de apología del terrorismo.