La Argentina y la crisis continua
MADRID.- La confrontación política en el seno del gobierno argentino dilata las soluciones urgentes contra los problemas energéticos.
La Argentina atraviesa una grave escasez de gas que la obliga cada invierno a destinar miles de millones de dólares al pago de importaciones. La guerra en Ucrania ha disparado la factura que el país sudamericano paga por sus compras en el exterior, poniendo en riesgo la reducción del déficit fiscal y la acumulación de reservas, dos compromisos que la Argentina asumió ante el FMI para refinanciar su deuda. A los problemas económicos derivados de la crisis energética, la Argentina le suma, una vez más, el descalabro político.
La Argentina tiene al alcance de la mano la salida a sus problemas energéticos. El yacimiento de Vaca Muerta tiene las segundas mayores reservas de gas no convencional del mundo y las cuartas de crudo. Pero el país carece de las infraestructuras necesarias para aprovecharlas. Con un desarrollo de solo el 10% de sus posibilidades, Vaca Muerta produce 45 millones de metros cúbicos de gas por día, lo mismo que Bolivia, la gran potencia gasífera de América del Sur y hoy proveedora de la Argentina. Los gasoductos existentes están colapsados por el exceso de producción y en las grandes ciudades el gas escasea. La construcción de un nuevo gasoducto debe ser una cuestión de Estado, sin importar el gobierno que la realice. Pero se ha convertido en origen de disputas internas entre las fuerzas políticas que integran la coalición peronista que gobierna en la Argentina desde 2019.
Los cruces entre los hombres de Alberto Fernández y su vicepresidenta no hacen más que distraer la atención de problemas de fondo y demorar las soluciones que los argentinos reclaman con urgencia.
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