La prensa, perseguida en Rusia
Vladimir Putin ha conseguido indignar a la sociedad civil rusa al perseguir arteramente a un conocido y bien reputado periodista de investigación, Ivan Golounov. Tras una movilización sin precedente, anteayer las autoridades rusas debieron retirar los cargos contra el hombre de prensa y cerrar el caso por falta de pruebas.
La detención del periodista había generado una inmediata ola de solidaridad en los medios rusos, cuyas primeras páginas, al día siguiente del arresto, expresaron, en conjunto: "Todos somos Golounov", en apoyo al colega perseguido. Más de 150.000 personas publicaron solicitudes de adhesión.
La forma del arresto parece haber sido particularmente perversa y, por lo tanto, inquietante para los medios rusos. Para poder acusarlo de tráfico de narcóticos, se "plantaron" drogas en el domicilio de Golounov. Las fuerzas de seguridad rusas, tras su detención, publicaron simultáneamente nueve fotos que presuntamente incriminaban al periodista. Ocho de ellas tuvieron que ser precipitadamente retiradas de las redes sociales al comprobarse que nada tenían que ver con Golounov.
La durísima reacción local e internacional en rápida defensa del periodista ruso asediado produjo resultados inmediatos. Los servicios de seguridad no solo levantaron su arresto domiciliario, sino que dejaron sin efecto las infundadas acusaciones que habían formulado contra el periodista.
El preocupante deterioro de la libertad de prensa en Rusia es tal que el país aparece en el lejano puesto 149, sobre 180, en el Índice Mundial de la Libertad de Prensa.
Cada vez más aislado, el régimen autoritario que encabeza Putin debería cambiar el rumbo, cesando las cobardes agresiones al periodismo libre. Golounov ha sido valiente al presentar denuncias en materia de corrupción contra funcionarios y empresarios por igual. Investigaba concretamente las relaciones entre el crimen organizado, las empresas de pompas fúnebres y los negocios del actual alcalde de Moscú, Sergei Sobyanine. El régimen no perdona.