Llegan noticias, no vacunas
QUITO.– El mundo vivió y vive un momento desconocido para las recientes generaciones, a raíz de la expansión del Covid-19. Lo que empezó como algo localizado en una gran ciudad de China y acaso minimizado en sus inicios llegó a ser motivo de pánico cuando el coronavirus se convirtió en pandemia. Apenas un puñado de pequeñas poblaciones en islas poco visitadas se contaron entre las naciones que no recibieron un impacto. De China viajó a los países vecinos, aterrizó con rapidez en Europa y causó estragos impredecibles. Sólidas estructuras institucionales, países con recursos destinados a la salud en modo abundante, con músculo financiero y de reservas, paliaron el problema pero jamás lo resolvieron.
El salto a nuestro continente es historia conocida. Mientras la enfermedad y la muerte iban diseminándose, la carrera por las vacunas se precipitó. Universidades y laboratorios de grandes países y de pequeños conglomerados pusieron una velocidad de mil por hora para lograrla. Las versiones han sido confusas. La vacuna, que habrá de superar su tercera fase para considerarse como probada y aprobada, muestra distintos tiempos y la preocupación de la sociedad gira alrededor de su efectividad.
Los datos más optimistas sitúan en diciembre o enero la aparición de la vacuna. Ecuador anuncia que en marzo tendrá 4 millones de dosis. Hasta tanto, es oportuno vacunarse contra la influenza, cuyas dosis, en el caso del país, están retrasadas.
Donald Trump ya reservó la vacuna –con una millonaria seña– para una enfermedad que trató de minimizar.
El mundo aguarda, hay muchas noticias pero la vacuna aún no llega.