Playas que integran
En muchas oportunidades hemos destacado desde estas columnas la obligación que tenemos como sociedad de trabajar por la integración de las personas con capacidades diferentes. Las barreras arquitectónicas imponen graves limitaciones al desplazamiento de quienes están afectados por alguna discapacidad. Pero ¿qué ocurre cuando es un escenario natural el que condiciona?
Estamos en verano y el mar de nuestra extensa costa ofrece un sinfín de posibilidades. Sin embargo, no todos pueden disfrutar de él. Quienes por alguna razón están impedidos de movilizarse por sus propios medios afrontan una odisea a la hora de pretender, por ejemplo, acercarse a la orilla del mar. Una silla de ruedas convencional no es apta para esa travesía. Muletas, bastones, disminuciones visuales o el solo hecho de ser una persona mayor son condicionantes de peso para desplazarse.
Es por eso que vale la pena destacar que, por tercer año consecutivo, un balneario de Villa Gesell ofrece una alternativa distinta. Conocida como "playa integrada", este espacio municipal gratuito pone a disposición un cuatriciclo y rampas para los traslados, carpas, caminos sobre la arena e instalaciones para vivir una experiencia de playa diferente, sin obstáculos, incorporando elementos y personal especializado para la asistencia de visitantes con capacidades diferentes.
Además de contar con sillas anfibias que permiten el ingreso al mar, para alegría de niños y adultos que vencen los prejuicios, el temor y la timidez, se brindan clases de pintura, natación y navegación en kayak. Con la instrucción de un profesor que fue campeón nacional de kayak y que hoy convive con las consecuencias permanentes de una parálisis cerebral, la práctica del remo adquiere para los noveles deportistas y sus familias un significado profundo: la sonrisa de un niño autista o de una joven con discapacidad intelectual que ha llegado a participar de una competencia nacional son los mejores trofeos.
Las zonas aledañas a la referida playa se han sumado a la iniciativa con postes orientativos e indicadores de calles en Braille, mientras que varios locales gastronómicos han comenzado también a proveer menús para no videntes
Más al Sur, Miramar acaba de inaugurar también un parador integrador. Tiene rampas, baños adaptados, decks de madera e iluminación suficientes para garantizar un cómodo desplazamiento y uso de las instalaciones a quienes se movilizan en sillas de ruedas.
En Mar del Plata, las primeras sillas anfibias datan de hace seis años. Aparecieron primero de la mano de emprendimientos individuales de los propios guardavidas de la Playa Popular. En enero de 2008, en tanto, el gobierno bonaerense se sumó a la iniciativa. Entregó diez de esas sillas para que fueran usadas a lo largo de 47 kilómetros de frente costero.
Curiosamente, hay otras siete sillas donadas por la gobernación actualmente en manos del Sindicato de Guardavidas de Mar del Plata, las que no pueden ser utilizadas, pues el gremio espera la sanción de una ordenanza que permita designar al personal capacitado que se haga cargo del servicio. Sin dudas, un trámite que por estas horas deja a decenas de personas con discapacidad fuera de las playas.
Sólo alguien con limitaciones motrices sabe lo importante que es que le faciliten ese acceso. Da cuenta de ese sentimiento el libro de anotaciones dispuesto en la Playa Popular marplatense. En él se multiplican las expresiones de agradecimiento de quienes, en muchos casos, acceden por primera vez al mar gracias a las sillas anfibias.
Por eso, es menester superar las trabas burocráticas que dificultan avanzar en este derecho. Es sabido que son muy pocos los balnearios que atienden la situación de personas con discapacidad.
Al respecto, el gobierno municipal de General Pueyrredón ha dicho que para las nuevas licitaciones de balnearios se priorizarán, además de la inversión y de la propuesta de obra, las condiciones de accesibilidad.
Ojalá que las experiencias recogidas en las nuevas playas "integradas" se extiendan a muchos más municipios costeros.