Prohibido hacer la venia
En todas los fuerzas del mundo existen diversas manifestaciones para el habitual saludo propio de ámbitos castrenses. Decían viejos reglamentos españoles: "Es la mirada lo que da al saludo su valor real; el inferior debe mirar francamente a su superior a los ojos". Estoy aquí, fiel, dicen los ojos del soldado. Cuenta conmigo, responden los del oficial. Es parte del culto a la caballerosidad y al honor que se respeta entre militares y fuerzas de seguridad. No se puede teñir de colores que no les son propios a aquellos formalismos consolidados en ámbitos específicos. Es habitual que en el ambiente militar y en el de las fuerzas de seguridad se salude a los antiguos jefes con respeto. Y ello no debe encerrar ningún metamensaje ni generar equivocadas extrapolaciones.
Días atrás, la activa exministra de Seguridad Patricia Bullrich realizaba la presentación de su libro Guerra sin cuartel en un local gastronómico, en Villa Gesell. En un ámbito de perfil partidario, el encuentro no hubiera adquirido mayor trascendencia de no ser porque un grupo de seis efectivos de la policía bonaerense, en formación, ingresó al local para saludar a la exfuncionaria haciendo la venia. Uno de los uniformados había dado la orden, tal como surge de los videos, diciendo "Atención, ¡saludo uno!".
Las imágenes se difundieron en las redes y, aunque la propia Bullrich pidió inmediatamente que fueran levantadas en su afán de proteger a los uniformados, estas ya circulaban. Los policías que participaron del hecho dijeron más tarde que "habían sido utilizados políticamente".
Según se supo, los efectivos habían sido enviados a pedido del secretario de Seguridad de Villa Gesell, ante la eventualidad de que ocurrieran incidentes en el acto partidario. Sin embargo, en el Ministerio de Seguridad bonaerense, a cargo de Sergio Berni, argumentaron que Bullrich habría armado un show para ganar presencia en los medios con su presentación. Por su parte, los propios policías respondieron con otro video. Con las imágenes de quienes protagonizaron el episodio, además de sus superiores, todos ellos muy compuestos, el sargento que estuvo al frente del operativo explica de manera poco espontánea y ante la atenta mirada de sus superiores que había cumplido órdenes. Según describió, habida cuenta de los agravios proferidos contra la exministra por transeúntes que circulaban frente al local en cuestión y ante la posibilidad de que hubiera conflictos en el interior, resolvieron ingresar. No deja de llamar la atención que lo hicieran en fila si la intención fue la referida. Cuando algunos de los presentes comienzan a aplaudir, el sargento dice que toma conciencia de que "estaba todo armado" y es entonces que resuelven saludar protocolarmente a la exfuncionaria y retirarse por considerar que la seguridad no estaba en riesgo.
Las versiones claramente no coinciden. En todo caso, confirman la vocación argentina por interpretar o tergiversar los hechos cargándolos de contenidos que, muchas veces, distan de ser los reales y que solo se utilizan con fines inapropiados. Una situación tan natural como que efectivos de una fuerza saluden con respeto a quien fue su superior no puede ser aprovechada por unos y otros con distintos propósitos. Ni para promocionar un libro ni para condenar al adversario político.
Cuando Berni afirma que no sancionaría a los policías por el saludo lo hace siendo él mismo militar y conociendo la costumbre. La investigación que propuso en realidad apunta a averiguar qué hacían los policías en un acto político y si habían dejado sus funciones para saludar a la exministra.
Por su parte, Bullrich pidió que no se tomen represalias contra esos uniformados, que se dirigieron a ella en un acto de respeto institucional al que no estamos acostumbrados, pero que deberíamos también entender y celebrar en su verdadero contexto, desprovisto de cargas político-partidarias.
Con expedientes administrativos aparentemente ya abiertos, no correspondería penalizar a los efectivos por actos naturales dentro de la fuerza y del ámbito profesional en el que se desempeñan. Tampoco corresponde que la exministra saque partido del hecho incluso jactándose de haberse ganado el respeto de muchos subordinados durante su gestión. Sí tiene razón al afirmar que "la policía es de los argentinos, no responde al gobierno" de turno.
Precisamente, porque es de los argentinos, los ciudadanos reclamamos que ni unos ni otros utilicen estas cuestiones para continuar sembrando enfrentamientos y distrayendo esfuerzos de asuntos mucho más graves y acuciantes que urge resolver.