Qué bajo hemos caído
Resulta lamentable la constante degradación de las instituciones, que se haga apología de la militancia y se ponga a dictar clases a condenados por corrupción
LA NACIONUna serie de hechos registrados en las últimas horas sigue dando inequívoca cuenta del agravamiento de la decadencia en que se encuentra nuestro país.
Uno de ellos tuvo lugar en el recinto de la Cámara de Diputados de la Nación, una de las dos sedes de la casa por excelencia de los debates parlamentarios del país. La sesión para aceptar la renuncia de Sergio Massa a su banca para pasar a desempeñarse como ministro de Economía, Desarrollo Productivo y Agricultura fue convertida en una vulgar estudiantina plagada de sobreactuaciones, chicanas, silbidos y exabruptos procedentes tanto de las bancas como de los palcos donde confluyeron numerosos referentes de la política y del sindicalismo afines al Gobierno.
Resultó, antes que un trámite institucional de un normal recambio de autoridades, un espectáculo pendenciero entre oficialistas y opositores más preocupados por defender su militancia que por atender e intentar solucionar los acuciantes problemas ciudadanos. Es harto conocida la poca actividad que vienen teniendo nuestros legisladores en materia parlamentaria, especialmente para debatir y sancionar leyes de trascendencia para el país. Poco es lo que tienen para celebrar.
La diputada Cecilia Moreau, consagrada como presidenta de la Cámara en reemplazo de Massa, aportó lo suyo en ese contexto de exacerbada partidización de la tarea legislativa. Quien es recordada por haber impulsado las trabas legislativas para un acuerdo con el laboratorio Pfizer, lo que demoró largamente el ingreso al país de esa reconocida vacuna contra el coronavirus que hubiera evitado numerosas muertes, dijo en su discurso que no venía a gobernar con sus hormonas, sino con su cabeza y que lo hacía en representación de un espacio político y de un gobierno que está dejando todo para salir adelante. Tres cosas para decirle a la señora Moreau: en primer lugar, flaco favor se hace a sí misma y a todas las mujeres al tener que aclarar que va a anteponer la razón a las hormonas. Segundo: no es función del presidente de Diputados “gobernar”, sino llamar a los legisladores al recinto, proponer votaciones, citar a sesiones y presentar para la aprobación los presupuestos de sueldos y gastos, como especifica, entre otros puntos, el reglamento interno de la Cámara, que ya debería conocer. Y tercero, como diputada que es, representa a los ciudadanos en general y no a una fuerza política en particular.
El lamentable espectáculo que en algunos tramos tuvo visos de festividad para despedir a un Massa tratado como el mesías que arreglará los profundos desarreglos del Gobierno –faena en la que fracasaron rotundamente otros muchos “elegidos”– tuvo otro momento tan bizarro como vergonzoso con la jura de su reemplazante en la banca, Juan Marino, del Frente de Todos. En lugar de optar por Dios, por la patria o los Santos Evangelios, como habilita el reglamento, el dirigente piquetero lo hizo por “el salario básico universal, para que la deuda la paguen los que se fugaron”, y vitoreó “la lucha obrera y piquetera de todos, todas y todes”.
Si el Congreso asombra por su actual perfil, no menos sorprendentes resultan varias de las encuestas sobre la provincia de Buenos Aires con vistas a los comicios de 2023. Los mejores posicionados por el oficialismo y la principal fuerza de la oposición son Axel Kicillof y Diego Santilli, respectivamente. Resulta lamentable que estos dos exponentes de lo peor de la vieja política, con más debe que haber, sean los favoritos en la carrera electoral provincial.
Como otra muestra de dónde nos encontramos como país, no podemos dejar de mencionar las clases universitarias del exvicepresidente Amado Boudou, condenado por corrupción en la causa Ciccone. Próximamente, disertará en la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Plata sobre “Economía y la palabra”, relacionando “conceptos básicos de la economía con el uso periodístico que se hace de ellos”, según la minuta que llegó a los alumnos de esa casa de estudios estrechamente vinculada con el kirchnerismo. Boudou ya había disertado sobre “Guerra jurídica y noticias falsas” en la UBA.
Siempre se puede caer más bajo. Tratemos de evitarlo.
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