Reina el descontento en Hong Kong
Desde que China recuperó su soberanía efectiva sobre el territorio de Hong Kong, hace 15 años, los más de 7,5 millones de habitantes de esa pujante ciudad entre los cuales hay unos 3,4 millones de ciudadanos británicos residen en la llamada Zona Administrativa Especial de China.
De acuerdo con lo acordado al momento de retirarse de Hong Kong la expotencia colonial, esta zona, en la que se vive con el séptimo nivel de vida más alto del mundo, existirá hasta 2047. Se destaca también en esta vibrante ciudad que la población tiene una expectativa de vida por demás longeva: de 87,6 años para las mujeres y de 82,2 para los varones. El 92% de sus habitantes pertenece a la etnia han, que es la que prevalece mayoritariamente en China.
Acostumbrados a gozar plenamente de su libertad, los anuncios sobre nuevas restricciones para los pobladores han sembrado la alerta y han convertido las universidades locales en campos de batalla, donde la juventud protesta de manera incansable contra el régimen comunista, cada vez que este sugiere o adopta medidas de corte autoritario.
Figuras y líderes locales prominentes han sido encarcelados. Otros están desaparecidos y, ante tan dramática situación, se ha producido una ola de suicidios entre los funcionarios públicos de la ciudad. Muchos temen acabar sus vidas en "campos de reeducación", como sucede con las decenas de miles de chinos que forman parte de la perseguida minoría uigur, en otro rincón del enorme país oriental.
Los habitantes de Hong Kong no están acostumbrados a subordinar sus normas constitucionales al pensamiento de Xi Jinping, fruto de su autoritarismo. De allí las comprensibles expresiones de preocupación política y social de la población de Hong Kong, ante la incertidumbre que plantea su futuro.