A la espera del Aquarius, España salva a 933 migrantes
MADRID.- Es apenas una gota en el mar y está muy lejos de ser la solución definitiva. Los 630 migrantes desesperados que, rechazados por Italia y Malta, navegaron sin rumbo, llegarán hoy a las costas españolas a bordo del barco humanitario Aquarius, donde tendrán albergue provisorio. Pero mientras para ellos llega una solución parcial que los salve del desastre, en la Unión Europea (UE) crece la incapacidad para encontrar una respuesta de fondo al drama que presiona sus fronteras y la resquebraja por dentro.
No será el de hoy un día más, pero por varios motivos. En plena crisis migratoria europea, 933 inmigrantes subsaharianos fueron rescatados por autoridades marítimas españolas, en una grave reedición de los dramáticos cruces del Mediterráneo que intentan desde la costa de Marruecos. En los últimos tres días, 68 pateras, tal como se las llama a las frágiles embarcaciones en las que se lanzan al mar, tuvieron que ser auxiliadas.
En algunos casos, eran solo botes inflables de plástico; ese es el grado de desesperación. En otros, el socorro llegó tarde: por lo menos cuatro cadáveres fueron recogidos del agua.
"Exigimos a Marruecos que custodie sus costas", reclamó el gobierno español.
Sobre ese tenso escenario, un operativo extraordinario -como hace tiempo no se veía en España- se puso en marcha en Valencia para recibir a los refugiados libios que huyen del hambre y la persecución en su convulsionado país.
Más de 2300 personas se movilizaron para acoger a los 630 inmigrantes que, a pesar de todos los rechazos previos, tuvieron más suerte y llegarán a buen puerto.
"Esto es claramente algo inusual y que sabremos que no va a repetirse", dijo Alberto Rojas, autor del libro África, la vida desnuda y especialista en el drama migratorio en ese continente. "Lo que se verá en Valencia, con la acogida, es un gesto bonito. Pero será puntual. Hace falta una solución a largo plazo. Habrá más barcos en los próximos días", previno.
Dicho y hecho. Con el mejor clima, las pateras se lanzaron al mar desde la costa marroquí, en busca de una travesía que, en algunos casos, no llega a los veinte kilómetros entre costa y costa.
A diferencia de los pasajeros del Aquarius a muchos de sus ocupantes les espera, seguramente, la deportación. ¿Por qué unos sí y otros no? ¿Cuál es el criterio de las autoridades en la materia?
El flamante gobierno del socialista Pedro Sánchez dio un paso al frente y anunció que el país acogería a los pasajeros del barco humanitario rechazado por Italia y por Malta. "Es un compromiso humanitario que no podemos ignorar", sostuvo su gobierno.
Desde Roma, sin embargo, el gobierno populista que formalmente encabeza el primer ministro Giuseppe Conte, pero que comanda su ministro del Interior, Matteo Salvini, celebró como una "victoria" la decisión española.
Salvini reiteró que, de ahora en adelante, los barcos humanitarios no podrán contar con los puertos italianos.
"Se les acabó el negocio a todos esos que, en realidad, están arreglados con las mafias que trafican con seres humanos", sostuvo el poderoso ministro a través de las redes sociales. Su convicción es que las ONG que operan en el Mediterráneo en tareas de rescate están, en realidad, en componenda con las mafias que lucran con la inmigración clandestina.
Puesto contra la pared ante la posibilidad de que el gesto humanitario de acoger al Aquarius derive en un "efecto llamada", lo que se potenció con la ola de desembarcos en las costas andaluzas, el gobierno español aclaró que todo lo que se haga con ese buque humanitario "es solo y específico" para él.
Pero... ¿qué pasará si, tal como está ocurriendo, Italia insiste en cerrar sus puertos a los buques de organizaciones de rescate?
Difícilmente La Moncloa pueda negarse repetir a la necesidad de "cumplir los compromisos humanitarios" que esgrimió como argumento en este caso.
Ante el "frente por el rechazo" que formaron los gobiernos de Italia y de Malta, el gobierno francés ofreció "ayuda" al español y la posibilidad de acoger a "algunos" de los inmigrantes del Aquarius.
El presidente Sánchez agradeció el gesto. Pero, en los hechos, puede que se convierta en algo poco efectivo. En todo caso, la "posibilidad" se verificará en suelo español y solo después de que autoridades francesas revisen uno por uno los expedientes para ver si la documentación encaja con su legislación sobre refugiados.
"El desafío de la inmigración es algo que puede terminar dinamitando la política común", sostuvo Carlos Sanz Jurado, analista de la Universidad de Valencia, en cuyo puerto tiene amarra autorizada el Aquarius.