Gran Bretaña. Adiós a la boda real para subir el ánimo
El príncipe Guillermo niega los rumores sobre un casamiento para alejar el descontento social
LONDRES.– Las campanas de la catedral de St. Paul no tañerán marcando la algarabía de la pareja real y de la multitud congregada para celebrar lo que aquí se había apodado la "boda real de la recesión".
La idea era que el segundo en la línea de sucesión a la corona británica, el príncipe Guillermo, y su novia, Kate Middleton, ambos de 27 años, contribuyeran a generar una ola de optimismo –como antídoto al mal humor imperante por las dificultades económicas– al anunciar su compromiso este año y su casamiento para mediados del próximo.
Pero el príncipe aguó la fiesta con un rotundo no. Un vocero de su residencia oficial dijo que Guillermo "estará muy ocupado el año próximo terminando su curso de piloto de helicóptero de rescate y con viajes oficiales a Australia, Sudáfrica y Azerbaiján".
La secuencia de eventos reales había sido imaginada con la intención de levantar el ánimo de los británicos y el perfil internacional del país en medio de la peor crisis económica de la que se tenga memoria.
Para ello se recordaba el efecto positivo generado tanto por la boda de la reina Isabel II y el duque de Edimburgo en lo más crudo de la posguerra como por el aparente "cuento de hadas" del enlace del príncipe Carlos y Diana Spencer en 1981, el año de la muerte en una huelga de hambre del prisionero del IRA Bobby Sands y de las luchas entre los sindicatos y Margaret Thatcher.
La seguidilla de buenas noticias palaciegas iba a durar tres años –lo que se estima demandará la recuperación económica–, para culminar con la presencia de la joven pareja en el balcón del Palacio de Buckingham cuando la reina festeje 60 años en el trono, en junio de 2012.
El rumor de las nupcias reales ha generado tanto interés que hay quienes se rehúsan a aceptar la negativa oficial. Tabloides como el Daily Express y News of the World afirman que es todo parte de una estrategia del príncipe para proteger a su novia de un "huracán de celebridad" similar al padecido por su madre.
"En el palacio están buscando desesperadamente evitar que se repita algo similar a la dianamanía. Lo más probable es que anuncien el compromiso con muy poca antelación, para reducir la presión de los paparazzi sobre Kate. De lo que no caben dudas es de que se van a casar", sostiene Robert Jobson, columnista de News of the World.
Pero no todos están tan convencidos. Algunos dudan de que Kate cuente con el abolengo necesario para ingresar en el cuadro genealógico de los Windsor. Varias compañeras de estudios en la Universidad de St. Andrews, donde la pareja se conoció, hace cinco años, opinan que es una "trepadora" que hizo lo imposible para seducir al príncipe con el fin de seguir una carrera de celebridad en la realeza.
Las sospechas sobre la estatura moral, no tanto de ella sino de su entorno, parecieron confirmarse esta semana, cuando el periódico The Daily Mail reveló que un tío materno de la joven, Gary Goldsmith, ofreció a un par de periodistas –que estaban de incógnito– cocaína y servicios de prostitutas durante una fiesta en la isla de Ibiza.
Los papelones familiares, sin embargo, no constituirían la más seria objeción a la candidatura de Kate. Habría un impedimento aún mayor. Todos los Windsor, incluido el príncipe Guillermo, son grandes jugadores de polo. De la familia real se espera, además, que presida todo desfile de caballería. Pero, naturaleza cruel, Kate es alérgica a los caballos.
Cada vez que su novio asiste a un partido de polo, la joven no puede hacer otra cosa que esperarlo sentada en el auto con las ventanas cerradas. Según The Daily Telegraph, se encuentra en tratamiento médico con la esperanza de superar el crucial escollo.
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