Alemania asume el liderazgo europeo y afirma que la epidemia está "bajo control"
PARÍS.- En vísperas de iniciar un gradual proceso de desconfinamiento, Alemania aseguró ayer que tiene "bajo control" la epidemia del Covid-19 y prometió ayudar con insumos médicos y recepción de pacientes en sus hospitales a sus vecinos europeos más afectados por la pandemia. Entre ellos citó a España, Italia y Francia.
La epidemia está "bajo control y es manejable", anunció el ministro de Salud Pública alemán, Jens Spahn.
"Las restricciones domiciliarias fueron fructuosas. La tasa de infección y, sobre todo, el número cotidiano de contaminaciones bajaron en forma significativa", precisó.
Por primera vez, el ratio de infección, que mide el número promedio de personas contagiadas por cada enfermo de Covid-19, cayó en Alemania al 0,7%, según el instituto Robert Koch, la autoridad federal encargada de la vigilancia epidemiológica. La información de que el país logró controlar la epidemia es una excelente noticia para los alemanes, que se aprestan a experimentar las primeras medidas de flexibilización. A partir del lunes abrirán los negocios de menos de 800 metros de superficie y algunos alumnos regresarán a la escuela el 4 de mayo.
No obstante, los grandes eventos, como conciertos o competiciones deportivas, seguirán prohibidos al menos hasta el 31 agosto, mientras las concentraciones de más de dos personas seguirán vedadas en los lugares públicos y se debe respetar una distancia mínima de 1,5 metros.
Spahn afirmó que Alemania producirá unos 50 millones de barbijos por semana en agosto y que el público se verá "seriamente incitado" a utilizarlos. Agregó además que en tres o cuatro semanas estará disponible un programa de "tracking" o "contact-tracing" para descargar en forma voluntaria en los teléfonos inteligentes. Varios países de Europa se aprestan a utilizar ese sistema, que funciona mediante Bluetooth y permite a la gente saber con rapidez cuándo estuvieron en contacto con alguien infectado con el virus.
Y mientras el resto del continente también se apresta a poner en marcha graduales medidas de flexibilización, todos observan a Alemania con admiración.
"Si el mundo fuera un aula de escuela y el coronavirus una prueba sorpresa, Alemania sería el buen alumno de la clase, sentada en primera fila. Sus compañeras, Francia, Italia y España envidiarían su éxito, pero podrían, con razón, argumentar que tiene los medios para pagarse un maestro particular", ironiza el economista Elie Cohen.
Con "solo" 4203 muertos, contra 18.681 en Francia -por un número de contaminados casi similar: 139.134 en Alemania, 147.121 en Francia-, nadie puede poner en duda que algo funciona mucho mejor en el modelo alemán que en el resto del continente. Para el especialista en sistemas de previsión y seguridad Alain Bauer, el primer elemento de esa diferencia es temporal.
"Comparativamente al avance de la epidemia, los alemanes tomaron medidas fuertes -cierre de escuelas y otros sitios de reunión- mucho antes que sus vecinos", señala.
En ese sentido, Francia tuvo precozmente la advertencia de llegada a Italia -el primer país afectado por la pandemia- y no la supo aprovechar. Es justamente en ese punto en que el testeo precoz y masivo de la población alemana jugó un papel esencial. "Multiplicando rápidamente los tests en momentos en que el resto de los dirigentes europeos se preguntaban cuál podía ser la utilidad, los alemanes dieron muestras de pragmatismo y decidieron seguir el ejemplo surcoreano, que parecía funcionar, aun cuando no se supiera muy bien por qué", señala Bauer.
La disciplina y el rigor alemanes, proverbiales pero auténticos, probablemente hayan hecho el resto, permitiendo a los alemanes un confinamiento tan estricto como en Italia o en Francia, aun cuando oficialmente nunca fue igual de estricto.
La formación científica de Angela Merkel también tuvo mucho que ver en la celeridad de la toma de conciencia: el 11 de marzo, la canciller declaraba oficialmente que esperaba que el 70% de los alemanes resultaran contaminados por el virus y sugería una cifra de dos millones de casos graves, resultado de previsiones epidemiológicas.
Cuando una semana más tarde le habló al país -por primera vez en 14 años- para llamarlo a respetar las medidas de distanciamiento social, la confianza de los alemanes en la dirigente se había disparado a límites extraordinarios (casi 80%) para alguien que ejerce el poder sin interrupción desde hace tres lustros.
Pero "controlar" la epidemia no quiere decir que Alemania está definitivamente a salvo de una nueva ola de infección. Como en Francia, la proporción de inmunización es extremadamente débil como para impedir la circulación del virus. Y si Merkel aceptó distender las medidas de confinamiento, lo hizo consciente de los peligros.
El miércoles, con la calma que la caracteriza, la canciller explicó que es imprescindible controlar de cerca la circulación del Covid-19 mediante la utilización masiva de tests de detección. Una nueva ola de contaminación, recordó, podría sumergir las capacidades pletóricas de reanimación de su país (40.000 camas, casi tres veces más que en Francia).
Lejos de sumergirse en la autosatisfacción, Merkel prefiere repetir una y otra vez que el país se encuentra "al comienzo de un largo combate".
Según el Centro Europeo para la Prevención y control de Enfermedades, el Covid-19 ya infectó cerca de 900.000 personas y provocó unas 90.000 muertes en todo el continente.
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