Alemania, de enemigo a aliado en la integración
PARIS (De una enviada especial).- La historia no deja de dar lecciones en Europa. Hoy Alemania se suma a la celebración del Día D y el abrazo de su canciller con los líderes de los países que en el pasado la combatieron a muerte lo carga todo de profundo sentido de reconciliación y futuro.
En 60 años, nunca hasta hoy un canciller alemán había participado en la evocación. Eso terminará cuando Gerhard Schröder comparta palco con Jacques Chirac, George W. Bush y otros líderes especialmente invitados. Será tan protagonista como ellos y, por momentos, seguramente más.
"Los muertos los tenemos todos en común. No se trata de negar culpas, sino de asumir responsabilidades para el futuro. Los recuerdos del pasado sólo deben continuar vivos si sirven para construir una Europa pacífica", dijo, emocionado, el líder germano.
Su presencia mira hacia adelante: la de hoy será la última celebración formal para los veteranos que lucharon por liberar Europa del nazismo. Y la primera para el país que entonces era el enemigo y que hoy lidera el proceso de integración. La participación alemana es, también, un profundo contraste con el mensaje de Bush, que permanentemente llama a "recordar el pasado" -ese pasado- casi como anclado en él.
Que el paso no es fácil lo demuestra el hecho de que se haya ensayado durante seis décadas. Y tanto como eso, las ampollas que aún levanta: "Que venga Schröder es una traición, lo único que tienen que hacer los alemanes es pedir perdón", decían los más críticos en Normandía. Otros, por el contrario, consideraron que es algo que debería haber sucedido mucho antes.
En Alemania, muchos cuestionaron la decisión de Schröder de rendir homenaje en el cementerio británico de Ranville. "No me parece ésta una disputa que merezca el rango de querella histórica. Las ceremonias deben servir para mostrar que los muertos son de todos", sentenció el canciller.
Atrapada por el proyecto europeo, Francia revisa también sus contradicciones del pasado. Entre ellas, la vergüenza y humillación de los llamados "chicos de la guerra", cientos de miles de franceses que hoy rondan los 60 y que vivieron escondidos por sus propias familias por el hecho de ser hijos de soldados nazis.
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