Arriesgar todo para huir de una pesadilla
MADRID (De nuestra corresponsal).- Huyen de la pesadilla. Los que lo apuestan todo a un bote para cruzar el Mediterráneo escapan de una espiral de deuda, pobreza, conflictos bélicos, fanatismos religiosos, hambre. Todo eso es hoy Africa, una espiral de conflictos capaz de tragarse a muchos sin defensa ni alternativa.
Y como si no fuera suficiente, está el sida, que se expande con la velocidad certera de una mala noticia: ya son casi 40 millones los infectados.
Seguramente por eso son cada día más los que, en lugar de esa muerte gratuita y silenciosa, prefieren apostarlo todo a una travesía entre olas. Que les deje la esperanza abierta de llegar a la costa.
Escapan de la miseria. En los últimos días, muchos confesaron venir desde Sierra Leona. Una ex colonia británica que es un volcán. Rebeldes contra constitucionales. Hasta hace poco, los muertos se apilaban en las esquinas de Freetown, su capital.
Es sólo una parte del Africa subsahariana. O la continental, que se sumerge en odios raciales, violencia interna y guerra entre Estados.
Su gente camina meses cruzando el continente, rumbo al Norte. Para llegar a la costa africana del Mediterráneo, desde la que se huele, casi, la prosperidad europea. Allí entran primero en Marruecos, sumido en la pobreza y en la persecución política. O en Argelia y su cruenta guerra civil.
Africa es una paradoja. El continente más pobre del mundo y del que no se habla. El gigante negro está enfermo y su gente se escapa, aterrada por conflictos internos que cortan cualquier esperanza de futuro. Es difícil que alguien acepte quedarse en un sitio así. Por lo menos, mansamente.
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