Asumió Lula y prometió un cambio "sin atropellos"
El nuevo presidente dijo que no romperá ninguno de los compromisos asumidos por su país Afirmó que su prioridad será la lucha contra el hambre Pero que no se deben esperar milagros de un día para otro Más de 200.000 personas colmaron Brasilia para los festejos
BRASILIA.- En medio de una fiesta popular de una dimensión que esta capital nunca había visto, Luiz Inacio Lula da Silva, de 57 años, asumió ayer la presidencia de Brasil. Es el primer jefe de Estado de izquierda y de raíces obreras de toda la historia de este país.
"Hoy es el día del reencuentro de Brasil consigo mismo", dijo Lula, el 39° presidente de la mayor nación sudamericana, en su discurso de asunción, de poco más de una hora, en el Congreso nacional.
En tono emocionado, pero firme, Lula sostuvo que "cambio" será la palabra clave de su gobierno, destacó que la misión central de su gestión será la lucha contra el hambre y dijo que la integración con América latina será el eje de la política exterior.
El nuevo presidente señaló que los cambios serán hechos "sin atropello y con responsabilidad hacia las finanzas públicas", al descartar cualquier tipo de ruptura de los compromisos financieros asumidos por el país.
Después de advertir que no hay que esperar milagros de un día para el otro, manifestó: "Debemos caminar con pasos pensados y sólidos. Nadie puede cosechar frutos antes de plantar los árboles. Si queremos transformar a Brasil tenemos que ejercer cotidianamente estas dos virtudes: la perseverancia y la paciencia". Más de 200.000 personas llegaron desde todos los Estados de Brasil para saludar la asunción de un presidente que representa el sentimiento de cambio después de la llamada "era de Fernando Henrique Cardoso", que consolidó la democracia, pero no resolvió el drama de la miseria, el desempleo y la violencia.
En su discurso, Lula arengó a los brasileños a que participen de la tarea de sacar a Brasil adelante. "Sabemos que no hicimos poco, pero podemos hacer mucho más. Como yo, por ejemplo, que comencé como un chico pobre que vendía maní y naranjas, que se convirtió en tornero mecánico, líder sindical y fundó el Partido de los Trabajadores, y asume ahora el puesto de supremo mandatario de la nación."
En la parte más crítica de su discurso, Lula interpretó su victoria como el resultado del "agotamiento de un modelo que produjo estancamiento, desempleo y hambre".
Brasilia vivió la mayor fiesta cívica desde su construcción en la década del 50, ya que nunca una asunción presidencial había convocado más de 40.000 personas. Pero las ganas de festejar la victoria de Lula, después de tres derrotas consecutivas, tiñó la ciudad de rojo: eran miles y miles de personas vestidas de rojo, el color histórico del Partido de los Trabajadores, agitando banderas rojas y verdeamarillas.
El protocolo fue quebrado varias veces. En un momento, cuando Lula bajaba la rampa del Palacio del Planalto, una mujer se le abalanzó, lo abrazó, lo beso y le pidió que se sacara una foto con él. Tras el discurso en el Congreso, en tono serio, Lula se subió al Rolls Royce presidencial para trasladarse en medio de la multitud hacia el Palacio do Planalto, sede administrativa del gobierno. Otra vez una nueva falla en la seguridad: un muchacho vestido de rojo, militante petista, se subió al auto oficial y abrazó a Lula por el cuello, mientras los agentes lo atrapaban y el presidente, despeinado, se reía.
En el Palacio do Planalto lo esperaba Cardoso, para pasarle la banda presidencial. Un presidente democráticamente electo no le pasaba la banda presidencial a otro en Brasil desde la década del 40.
A diferencia del discurso realizado en el Congreso, hecho en tono serio, el discurso de Lula frente a los 200.000 admiradores fue breve -menos de 20 minutos-, pero más informal y emotivo. Acariciando a su esposa, Marisa, vestida de rojo, Lula le agradeció su apoyo durante "años y años de derrotas". "Muchas veces ella y yo decidimos que la lucha debía continuar, simplemente porque no había otra cosa que hacer." Fue Marisa quien, hace 22 años, cosió a máquina la primera bandera del Partido de los Trabajadores.
A pocos metros estaban los invitados extranjeros, entre los cuales se encontraba el presidente argentino, Eduardo Duhalde. En la misma fila estaba el presidente cubano Fidel Castro y el venezolano Hugo Chávez, que hacían el gesto de la "L" de Lula con las manos y eran custodiados a pocos metros por más agentes de seguridad que todo el resto de invitados extranjeros juntos. A la noche todos se encontraron en una ceremonia oficial en la que Lula saludó personalmente a cada uno de los representantes extranjeros.
El hambre, eje central
En su discurso más serio, en el Congreso, Lula le dio énfasis especial a tres temas: el combate al hambre como eje central de su gobierno; la necesidad de una integración mayor con América latina y el fortalecimiento del Mercosur. Y llamó la atención -y generó ovaciones de los legisladores-, una alusión a la crisis de Medio Oriente y la relación de fuerzas en el escenario internacional. "La democratización de las relaciones internacionales sin hegemonía de ninguna clase es importante para el desarrollo de la humanidad", expresó en una crítica a los Estados Unidos, similar a las realizadas en los últimos dos años por Cardoso.
Pero el hambre fue el tema central de su discurso frente a un Congreso en el que no tiene mayoría. "Brasil proclamó la independencia y la abolición de la esclavitud, pero no terminó con el hambre. Se industrializó y adquirió un moderno parque industrial, pero no venció al hambre. Eso no puede continuar así. Mientras exista un hermano brasileño o una hermana brasileña pasando hambre, tenemos motivos de sobra para cubrirnos de verguenza", proclamó indignado. El 10 de este mes, Lula arrastrará a sus ministros hacia una ciudad pobre del país, para mostrarles personalmente de qué se trata el hambre y sensibilizarlos, en una especie de "turismo a la miseria" para algunos de sus colaboradores directos, empresarios ricos o intelectuales de clase media alta.
Sobre su política externa, Lula dijo que "la gran prioridad será la construcción de una América del Sur políticamente estable, próspera y unida, con base en ideales democráticos y de justicia social". Y aseveró que es necesaria "una acción decidida de revitalización del Mercosur".
Como fundador de un partido que hizo de la lucha de la corrupción una bandera, Lula le dedicó un espacio de su discurso al tema. Dijo que su gobierno va a "combatir la corrupción y enfrentar con determinación la cultura de la impunidad que prevalece en ciertos sectores".
La inflación también fue asunto del primer discurso de Lula como presidente. Afirmó que va a haber un combate "implacable" contra el aumento de precios, que es hoy la principal preocupación económica del país.
Católico ferviente, característica inusual para un político de izquierda de raíces socialistas, Lula concluyó su discurso al país pidiéndole a Dios "sabiduría para gobernar, discernimiento para cambiar, serenidad para administrar, coraje para decidir y un corazón del tamaño de Brasil para unirme a cada ciudadano en el día a día de los próximos cuatro años".
Sus frases
El cambio
"Ante el agotamiento de un modelo que produjo estancamiento, desempleo y hambre (...), la sociedad brasileña decidió cambiar y comenzó a promover los cambios necesarios."
Hambre
"Si al final de mi mandato todos los brasileños tienen la posibilidad de desayunar, comer y cenar, habré cumplido la misión de mi vida."
Economía
"Vamos a crear las condiciones macroeconómicas para que haya crecimiento sostenible responsable, además de impulsar un combate implacable a la inflación."
Sudamérica
"La gran prioridad de la política externa durante mi gobierno será la construcción de una América del Sur políticamente estable, próspera y unida, con base en ideales democráticos y de justicia social. (...) Por eso es esencial una acción decidida de revitalización del Mercosur."
Mundo
"Vamos a valorizar las organizaciones multilaterales, especialmente las Naciones Unidas, a la que cabe la primacía de preservación de la paz y seguridad internacionales."
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