Atenas, en la dimensión desconocida
LONDRES.- Los mercados se vieron inundados esta semana de especulaciones acerca de los distintos escenarios posibles para que Grecia salga del euro, pero los inversores advierten que lo más probable es que la incertidumbre siga prolongándose durante varios meses.
El vacío político que reina en Grecia desde las elecciones del 6 de mayo, que no arrojaron un resultado concluyente, parece haber acelerado un enfrentamiento que implica que ningún gobierno en Atenas puede aplicar nuevos recortes presupuestarios. Por lo tanto, ya no ingresan más fondos de rescate, mientras el erario se agota, lo que conduciría a un masivo default y la salida del euro, con todo lo que eso implica.
Si ésa es la voluntad del pueblo, entonces todos los bandos podrían verse tentados a manejar ese desenlace lo mejor que puedan. Pero nada es tan simple. Aunque el electorado haya rechazado la austeridad y preferido a los partidos que se oponen al rescate financiero, las encuestas de opinión muestran que el 75% de los griegos quiere conservar la moneda única.
El punto crucial es lo que sucederá cuando se agote el dinero. Lo más probable es que Grecia requiera más fondos extranjeros del programa de rescate antes de que las elecciones de junio unjan un flamante presidente capaz de garantizar nueva asistencia financiera. Los analistas apuntan ahora a ver si Grecia podrá salvar sus diferencias sin dejar la eurozona.
Muchos consideran la posibilidad de que Atenas emita bonos para pagar los salarios y las cuentas de los servicios públicos durante un tiempo predeterminado. Mucho depende de si el Banco Central Europeo (BCE) permitirá que el Banco Central de Grecia acepte esos bonos, algo que sigue en una nebulosa.
Pero los estrategos creen que los bonos del gobierno griego terminarían funcionando como una nueva dracma encubierta, y en la práctica, su valor de cambio respecto del euro se hundiría a medida que la gente se abalance a comprar euros, una situación que permitiría tener una muestra del impacto de una devaluación en una economía que funciona en euros y cuyas deudas están en euros.
Otros dicen que esa inestable dimensión desconocida, sin abandonar el euro pero con un dracma paralelo disfrazado de bono, podría durar varios meses, mientras la política monetaria del euro sigue a los saltos.
Los límites de cualquier sistema intermedio dependen de la ansiedad de los ahorristas locales y del riesgo de la fuga de depósitos del sistema bancario. Sería muy difícil calmar los temores a un control de capitales y, como sucedió con la salida de la convertibilidad con el dólar en la Argentina, la conversión forzosa de euros en dracmas en los bancos griegos.
Ahí es donde cambia la historia. La preocupación de los ahorristas podría contagiarse a otras euroeconomías y causar pánico, lo que obligaría a los planificadores de políticas del euro a redoblar la apuesta, ya sea a través de nuevas acciones del BCE para recapitalizar a los bancos o la compra de los bonos de final abierto del gobierno griego.
Los analistas del grupo RBS advirtieron que en el caso de un nuevo bloqueo parlamentario, "los bonos de pago del gobierno griego ya podrían estar funcionando como una moneda paralela desde julio. Eso podría impulsar un voto de intención masivo a favor de aceptar las exigencias de la troika. Si no, se cernirá sobre Grecia la salida de la eurozona".
David Shairp, estratega de JP Morgan, dijo que la situación era "increíblemente inestable", pero que una posibilidad era que el estancamiento se prolongue, y eso sería mejor para los mercados que un desenlace traumático, aunque sólo conseguiría prolongar todavía más la incertidumbre.
Traducción de Jaime Arrambide