Aumenta la intriga internacional por la fuga de Japón de un ex-CEO de Nissan
PARÍS.- Misterio, pedido de captura y una inminente puja de potencias desencadenó en las últimas horas la fuga del expresidente de Renault-Nissan, Carlos Ghosn, que ayer reconoció que organizó "solo" su audaz y aún inexplicada huida de Japón, donde debía ser enjuiciado por malversación, según afirmó ayer en un comunicado desde el Líbano.
Las autoridades niponas, en tanto, lanzaron una orden de detendión internacional y allanaron el domicilio del empresario franco-libanés-brasileño en Tokio.
"Las afirmaciones de los medios según las cuales mi esposa, Carole, y otros miembros de mi familia habrían jugado un papel en mi partida de Japón son falsas y mentirosas. Yo organicé solo mi partida", explicó Ghosn.
El expresidente del poderoso conglomerado automovilístico también denunció al sistema judicial japonés "donde prevalece la presunción de culpabilidad, la discriminación es generalizada y los derechos humanos pisoteados. Todo con un desprecio absoluto de las leyes y tratados internacionales que Japón ratificó y está obligado a respetar", afirmó. Y agregó: "Yo no huí de la Justicia: me liberé de la injusticia y la persecución política".
Objeto de cuatro acusaciones, Ghosn, que había salido bajo caución de su detención preventiva en abril pasado, vivía relativamente libre dentro de Japón, aunque sometido a vigilancia permanente.
Según uno de sus abogados, el empresario tomó la decisión de escapar después de enterarse de que su proceso había sido postergado hasta fines de 2021 y que, hasta entonces, seguirían rigiendo las severas condiciones de su libertad condicional. Entre ellas, no poder ver a su familia.
Todo el mundo espera ahora que, durante una anunciada conferencia de prensa el 8 de este mes, el mismo Ghosn despeje el misterio y los interrogantes que rodean su espectacular huida de Japón, donde se encontraba custodiado por las autoridades, la policía, la Justicia e incluso una sociedad privada contratada por Nissan.
Numerosas versiones circulan sobre su huida que -según los medios libaneses- fue organizada por una sociedad de seguridad privada durante un complot que habría durado varios meses. La esposa del industrial desmintió, por lo pronto, que Ghosn hubiera escapado en el estuche de un instrumento musical de una orquesta invitada a tocar en su casa. Por su parte, las autoridades japonesas no disponen de ningún dato que demuestre que el empresario se haya presentado bajo su verdadera identidad en algún punto de salida del país.
Fuentes libanesas afirman por el contrario que Ghosn entró en Beirut, vía Turquía, con un pasaporte francés. El industrial poseía, en efecto, tres pasaportes (francés, libanés y brasileño) en poder de sus abogados. Pero, en una autorización excepcional, el tribunal japonés le había permitido conservar un segundo pasaporte francés en cofre cerrado con código secreto, también conocido por sus abogados. Ese documento representaba una suerte de "visa de emergencia" en Japón y Ghosn debía utilizarlo para desplazamientos internos.
El gobernador de Estambul afirmó ayer que la policía turca había detenido a siete personas en conexión con la investigación. Ghosn parece haber aterrizado en el aeropuerto Ataturk, cerrado a los vuelos comerciales, pero utilizado por aviones de trasporte de mercaderías y vuelos privados.
Allí, la policía detuvo a cuatro pilotos de la una aerolínea privada, a su director y a dos empleados administrativos. El sitio de monitoreo aeronáutico Flightradar24 muestra que un jet privado matricula TC-TSR voló desde la ciudad japonesa de Osaka hacia Estambul y después otro avión con destino al Líbano, en el mismo momento en que Ghosn parece haber llegado a ese país.
Según la prensa libanesa, una vez en Beirut, Ghosn habría sido acogido por el jefe del Estado, Michel Aoun. Fuentes del palacio presidencial desmintieron la versión. Pero nadie duda que ese país no extraditará al empresario de 65 años. No solo gracias a sus numerosos contactos, sino porque el Líbano no tiene ese tipo de tratado con Japón.
Lo mismo indicó ayer el gobierno francés a través de su viceministra de Economía, Agnès Pannier-Runacher: "Si el señor Ghosn llegara a Francia, no lo extraditaremos. Nuestro país jamás extradita a sus nacionales", dijo la funcionaria.
La huida de Ghosn provoca la suspensión automática del proceso del ex-CEO, acusado de haber ocultado 60 millones de euros de sus ingresos como ejecutivo de Nissan ante el fisco japonés y haber utilizado propiedades de la empresa para uso personal. La Justicia también revocó ayer la caución pagada por el empresario para obtener su libertad condicional. Ghosn perderá así más de 12 millones de euros.
Nacido hace 65 años en Brasil de padres libaneses, Carlos Ghosn estudió en Francia y ganó su reputación como presidente de Renault antes de convertirse en el arquitecto de la alianza de esa empresa con Nissan y luego con Mitsubishi. El grupo fue el segundo constructor mundial de autos en 2018 con 10,8 millones de vehículos vendidos.
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