Aún somos mejores que aquellos que nos quieren destruir
NUEVA YORK.- ¿Por qué la gente hace fila para venir a Estados Unidos? ¿Por qué construyen balsas con cartones de leche para flotar hasta nuestras costas? ¿Por qué confían en nuestros diplomáticos y soldados más que en los de cualquier otro país? Es porque somos un faro de oportunidades y de libertad, y porque esos extranjeros saben en carne propia que nosotros no hacemos las cosas como otras grandes potencias de la historia.
Una de las cosas que hicimos fue elegir presidente a un hombre negro nieto de un musulmán, y eso después de haber sido atacados por extremistas islámicos el 11 de septiembre de 2001. Y otra de las cosas que hacemos la hicimos anteayer: publicamos lo que parece ser un examen y una exposición descarnados del modo en que torturamos a sospechosos de terrorismo. Me alegra que lo hayamos hecho público.
Tal vez el futuro ponga en peligro a los estadounidenses que sean capturados, un factor que no debe ser tomado a la ligera. Pero este acto de autoexamen no sólo es lo que nos hace una sociedad saludable, sino que también es lo que sigue convirtiendo en un modelo que otros quieren emular, con el que quieren asociarse y al que quieren emigrar, todo lo cual también es una fuente diferente, pero vital, de nuestra seguridad.
Esto ya nos había pasado. En tiempos de guerra, las libertades civiles suelen ser coartadas y violadas, para luego ser restablecidas. Lincoln suspendió la acción de hábeas corpus durante la Guerra Civil, y durante la Segunda Guerra Mundial encarcelamos a más de 127.000 ciudadanos norteamericanos por el mero hecho de ser de ascendencia japonesa. El miedo genera esas cosas.
Y el miedo tras el 11 de Septiembre fue igualmente corrosivo. Me solidarizo con quienes tuvieron la carga de defender la seguridad de la nación tras aquel ataque sorpresivo. No sabían qué más podía pasar, pero eran ellos los que tendrían que rendir cuentas. Pero al leer el resumen del informe de la Comisión de Inteligencia del Senado, cuesta resistirse a la conclusión de que algunos agentes de la CIA se tomaron las libertades que les dimos tras el 11 de Septiembre -por temor a un nuevo ataque- y las siguieron usando ya pasado el momento de emergencia y en modos que incluyeron no sólo la tortura, sino el abuso institucional y el engaño a la opinión pública y a otros organismos del gobierno. Si no fuesen denunciadas y verificadas, esas acciones dañarían a nuestra sociedad tanto como un ataque terrorista.
Tanto The New York Times como otros diarios han dado excelente cobertura al informe. En la versión online de The Washington Post encontré una infografía interactiva que destila con tanto detalle las acusaciones del informe que da náuseas.
Daba una larga y sombría lista de links a las conclusiones sobre la tortura a las que llega el informe: "No es un medio efectivo para obtener información de inteligencia", "respondía a afirmaciones inexactas sobre su eficacia", "mucho peor y mucho más brutal de lo que la CIA mostraba", "las condiciones de confinamiento de los detenidos de la CIA eran más duras", "arrojó repetidas veces información errónea", "evitó o impidió de manera activa la supervisión del Congreso", "impidió una efectiva supervisión de la Casa Blanca", "técnicas coercitivas que no habían sido aprobadas", "rara vez el personal era reprendido o debía rendir cuentas", "se ignoraron numerosas críticas y objeciones internas", "inherentemente no sustentable", "dañoso para la posición de Estados Unidos en el mundo".
Y había más. La lista nos nuestra que nuestro miedo posterior al 11 de Septiembre nos llevó a tolerar comportamientos terriblemente aberrantes, deshonestos e ilegales que debían salir a la luz del día, porque las grandes mentiras toleradas conducen a las pequeñas mentiras toleradas, y de ahí a la erosión de las instituciones desde adentro.
Respeto enormemente el modo en que lo expresó el senador John McCain: "Entiendo las razones que condujeron a la decisión de recurrir a estos métodos de interrogación y sé que quienes los aprobaron y quienes los implementaron estaban abocados a preservar la seguridad y proteger a los ciudadanos de Estados Unidos? Pero cuestiono enfáticamente que haya sido correcto usar esos métodos, ya que este informe deja en claro que no fueron ni en el mejor interés de la justicia, ni de nuestra seguridad, ni de nuestros ideales, en cuya defensa hemos sacrificado tanta sangre". Incluso en el peor de los momentos, "seguimos siendo estadounidenses, diferentes, más fuertes y mejores que quienes quieren destruirnos".
Traducción de Jaime Arrambide
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