La entrevista: Tom Carew. "Ben Laden está en Paquistán"
El ex oficial de elite británico, que combatió en Afganistán y en las Malvinas, asegura que no se puede doblegar a los talibanes a fuerza de bombardeos. Suplemento Enfoques
LONDRES.- ¿Estuvo en las Malvinas? "Sí." ¿Con el regimiento PARA? "No." ¿Con la SAS? "Sí." ¿Fue en la misión que terminó siendo abortada con la caída del helicóptero en Chile? "No voy a decir nada más sobre eso."
La penetrante mirada de Tom Carew se iluminó como un semáforo rojo. Insistir con el tema habría puesto abrupto final a la entrevista. Y, sin embargo, detrás de esos ojos azules todavía se esconde aquel joven granjero que hace tres décadas, a causa de una disputa familiar, se sumó a las filas del ejército británico. Primero como soldado en la brigada 16 de Paracaidistas (Parachute Regiment -Para-), más tarde en el casi mítico cuerpo de elite de la SAS (Special Air Service).
En el curso de una extraordinaria carrera que lo llevó de Irlanda del Norte a las montañas de Dhofar, en Omán, para terminar en 1997 en Croacia, Carew tuvo el raro privilegio de convertirse en el primer agente occidental en entrar en contacto con los mujahidines en Afganistán, mucho antes de que la CIA decidiera apoyarlos en la lucha contra los soviéticos. También fue el primero -y por el momento aparentemente el único- miembro de la SAS en haber secuestrado un avión para sabotear una compra de armamentos.
Esta rubia versión estilo James Bond narra elocuentemente todas esas experiencias en ¡Jihad! La guerra secreta en Afganistán (editorial Mainstream Publishing, Edinburgo), un libro que apareció sin pena ni gloria hace un año en la librerías para convertirse desde la tragedia del 11 de septiembre en un best seller internacional.
Durante una fugaz visita a Londres (como buen ex SAS sólo fija su domicilio en "algún lugar de Europa"), Carew aceptó dar a LA NACION su experto punto de vista sobre la guerra contra el terrorismo, así como el paradero del enemigo número uno: Osama ben Laden.
-¿Qué les aconsejaría a los comandos que ya se encuentran en el norte del territorio afgano?
-De haber recibido las mismas instrucciones que me dieron a mí antes de ir a Afganistán, que las tiren por la ventana. Todo lo que a uno le enseñan no tiene la más mínima relación con la realidad... Lo único que puedo decirles es que sean totalmente correctos con los afganos porque son gente correcta. Hay que hablarles en forma directa y sincera. Si uno no puede hacer algo hay que decírselo porque ellos respetan a quienes admiten sus limitaciones... A mí me costó explicarles que recibía órdenes de un gobierno dirigido por una mujer (Margaret Thatcher), pero terminaron aceptándolo. Eso sí: no se los puede "comprar" ni "apretar". Es cierto que pueden ser muy bestiales cuando se encuentran con el enemigo, pero eso es parte de su cultura. Y todo esto es válido también para los talibanes.
-¿Se puede doblegar a los talibanes bombardeándolos?
-No. Pero en este momento los aliados no tienen otra opción que emprender ese tipo de ofensiva. Sería un error fatal poner tropas convencionales en el campo de batalla. Sería jugar su juego. ¿Cómo vamos a bajar soldados en helicópteros en una zona montañosa donda el aullido de un perro se escucha a millas a la redonda? No creo que Gran Bretaña, por lo menos, vaya a hacerlo. Y la razón va más allá de los problemas logísticos. Todos los afganos, incluidos los de la Alianza del Norte, lo interpretarían como una invasión. Y esto provocaría un llamado a la jihad que probablemente se exprese con atentados terroristas en todas partes del mundo. La mentalidad afgana es fanática. ¿Por qué cree que los talibanes no han mostrado aún imágenes de la captura de Abdul Haq, el enviado del rey afgano, y por qué lo enterraron en su territorio? Porque antes de que pudieran ejecutarlo sus hombres ya lo habían echo papilla.
-¿Qué camino hay que tomar entonces?
-Tenemos que limitarnos a un papel de asesoramiento y apoyo a la Alianza del Norte. No en vano esa fue la única forma de sacar a los soviéticos de Afganistán. No me convence mucho la idea de ponerles comandos norteamericanos porque corremos el riesgo de ofenderlos. Las diferencias culturales son inmensas. Yo, por ejemplo, tuve que acostumbrarme a bañarme a escondidas porque la idea de "desperdiciar" agua tirándola sobre todo el cuerpo para ellos es un insulto. No porque sean sucios, sino porque la higiene, a su ver, debe ser un acto privado de modestia. Me pregunto cómo van a evitar que los norteamericanos instalen sus tanques de agua para ducharse, como es habitual, a la vista de todos.
-Parece que no simpatiza mucho con los norteamericanos.
-La verdad es que no les tengo mucha confianza. Ellos tomaron la posta al final de nuestro trabajo en Afganistán y las cosas no resultaron como habían prometido. Gorbachov y Reagan llegaron a un acuerdo, y los norteamericanos se retiraron. Pero nadie les explicó nunca a los afganos cuáles eran los términos de la colaboración y con toda razón se sintieron abandonados.
-¿Podría la SAS emprender mejor esa misión?
-¡En forma más barata, seguro! Nuestro presupuesto siempre ha sido más bajo. Pero en este caso sólo podríamos abordar tareas muy específicas sobre la base de informes de inteligencia que me parece no existen. Al Qaeda no es el IRA. Infiltrarla es prácticamente imposible porque son fanáticos. Es fácil introducir a un agente, ¿pero cómo nos aseguramos de sacarlo a tiempo? Por el momento, creo que hay que seguir otro tipo de estrategia.
-Si los bombardeos no doblegan a los talibanes, ¿por qué no hacer un alto el fuego que permita el ingreso de ayuda humanitaria para los civiles?
-Los civiles sólo se van a salvar cuando el régimen talibán sea derrocado. Hasta entonces, todo lo que entre en el país terminará en sus manos. Los bombardeos no los desmoralizarán, pero los mantienen ocupados. Hay que poner algún tipo de fuerza de contención alrededor de las montañas de modo de impedirles el acceso a la comida. Por lo menos durante unos seis meses, de modo que sientan las temperaturas de 25 grados bajo cero. Eso profundizará sus divisiones internas y acelerará las deserciones.
-El Pentágono habla mucho de una red de túneles donde supuestamente están escondidos. ¿Existe?
-Lo que yo vi fue una red de cavernas y cuevas. Hay un sistema muy pequeño de túneles donde trataron de colocar su comandancia, pero es en las cuevas donde realmente viven. Y esto les trae todo tipo de problemas. Porque en verano las armas se calientan como un hierro al rojo vivo, pero al entrar en las cuevas es como si se metieran en un refrigerador. Las armas se oxidan fácilmente y cuesta mucho mantenerlas en funcionamiento. Si planean pasar allí el invierno van a tener que elegir entre morir de frío o encender fogatas, porque no tienen electricidad ni gas. Y el fuego los va a delatar. También van a tener que salir a buscar agua porque los pozos se congelan. Basta con que pongan un pie fuera de la cueva para que los satélites termo-sensibles de los norteamericanos los localicen de inmediato. Y ni siquiera hace falta apelar a la tecnología porque en las próximas semanas comenzará a nevar y nadie puede desplazar guerrilleros de un lado a otro sin dejar huellas en la nieve. Los talibanes tienen la desventaja también de depender de miles de voluntarios árabes que jamás vivieron un invierno.
-¿Por eso es que pidieron a sus seguidores que no crucen la frontera?
-No es para salvarlos de las bombas, sino porque, lejos de ayudarlos, los van a hundir. La mayoría son jóvenes con la testosterona en alza por el fervor religioso, pero no saben nada de la guerra y tan pronto escuchen un tiro saldrán corriendo en busca de "mamá". ¿Y cómo van a hacer para alimentarlos y moverlos de un lado a otro del país sin revelar así dónde están sus escondrijos? Basta con que uno de estos "héroes" decida volver a casa para que los descubran. Por eso es que estoy convencido de que Ben Laden no está en Afganistán.
-¿Y dónde está?
-En Paquistán. Cuando yo operé en la zona, los mismos mujahidines tenían su cuartel general en un suburbio de Peshawar. Usted, como periodista, sabe que si tiene que enviar una nota desde el cordón montañoso del Hindu-Kuch va a necesitar un teléfono satelital. Y tan pronto coloque la parabólica, lanzará una "firma" al aire capaz de ser identificada por cualquier satélite espía. A Ben Laden le pasa lo mismo. Necesita saber qué está pasando sin arriesgarse a ser atrapado. Es cierto que los afganos suelen comunicarse mediante mensajes transmitidos boca a boca, pero esto toma días y a veces semanas. Ben Laden sabe además que la frontera es sumamente porosa y que en Paquistán, donde nadie oficialmente lo busca, cuenta con miles de hombres dispuestos dar la vida por él.
-¿Por qué se dice entonces que está en Afganistán?
-Me parece que mucha gente está dando pistas falsas por una inmensidad de razones que no estoy en condiciones de ponerme a conjeturar. Pero creo que esa etapa de la operación (la captura de Ben Laden) va a ocurrir pronto y en forma muy rápida. Eso sí, nos vamos a enterar cuando ya sea historia.
-¿La inteligencia paquistaní está al tanto de su paradero?
-Sí. Ellos se enteran hasta de la caída de un alfiler. No hay que olvidar que fueron ellos los que pusieron a los talibanes en el poder. Puede que algún jerarquizado no sepa exactamente dónde está Ben Laden, pero los que están en el terreno sí, no me cabe la más mínima duda.
-¿Qué hará falta para que Paquistán se decida a entregarlo?
-¡Ah! Eso hay que preguntárselo a los señores Bush y Blair. Es un problema político, no bélico.
-Y cuando esto ocurra, ¿lo atraparán vivo?
-A menos que logren capturarlo cuando se mueve de un alojamiento a otro, lo que seguramente hace todos los días, no creo. Va a pelear hasta la muerte. No tiene otra opción. Y con él morirán los cientos de hombres que lo protegen.
Perfil
- Tiene 48 años, con la apariencia física de un treintañero. Hijo de agricultores en el sureño condado de Dorset. Su padre falleció cuando tenía 3 años. Estudió agronomía con la intención de hacerse cargo de la granja familiar.
- Ingresó en el ejército en 1973 como un acto de rebeldía porque sus primos decidieron vender el campo en lugar de permitir que su tío se lo pasara como herencia.
- Como soldado en la brigada 16 de Paracaidistas patrulló las calles de Belfast en el período más caliente del conflicto del Ulster.
- A los 21 años fue admitido en el exclusivo círculo de la SAS. A las misiones secretas en Irlanda del Norte se le sumaron otras en el Atlántico Sur (sobre lo que no quiere hablar), Omán, Sri Lanka y Botswana.
- En 1980, el gobierno de Thatcher lo envió a Afganistán a incautar armas soviéticas y establecer la capacidad de los afganos. Fue el primer "infiel" occidental en ser aceptado como uno guerrero más entre los mujahidines . Pasó diez años en la zona.
- Se retiró de la SAS en 1997 por "ser demasiado viejo". Su última misión fue en Croacia.
- Está casado desde hace más de 20 años y tiene una hija. No vive más en Inglaterra. Ahora se gana la vida escribiendo libros y dictando clases de supervivencia a tropas de elite en distintas partes del mundo.
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